La vacunación contra la gripe estacional se ha integrado de tal manera en nuestra rutina, especialmente para las poblaciones vulnerables como los ancianos o aquellos con enfermedades crónicas, que a menudo se le resta importancia a su papel en la prevención de enfermedades y muertes. Además, debido a la variabilidad del virus de la influenza de un año a otro, con distintos subtipos que emergen, no es raro encontrar críticas hacia la vacuna y su composición.
Con el fin de evaluar el verdadero impacto de esta vacuna – o la inhalación en el caso de la versión pediátrica – un grupo de investigadores de la Universidad CEU San Pablo, el Instituto de Salud Carlos III, el Centro Nacional de Gripe de Valladolid y el Hospital 12 de Octubre de Madrid, ha llevado a cabo un metaanálisis que abarca a más de 192,000 pacientes con gripe, analizando la gravedad de su enfermedad en función de si estaban vacunados o no. Los hallazgos se publicaron este mes en la revista European Respiratory Review.
“En muchos países con sistemas de vacunación avanzados, la percepción de las vacunas como herramienta esencial para prevenir riesgos graves asociados a determinados agentes infecciosos ha disminuido”, explicó el virólogo Estanislao Nistal-Villán, quien es uno de los autores del trabajo, “probablemente porque muchas personas no han experimentado ni presenciado las consecuencias de las enfermedades que estas previenen”.
Este trabajo busca precisamente aportar una evidencia amplia sobre la utilidad de la vacuna antigripal. “Una de las principales conclusiones de nuestro estudio es que, más allá de prevenir infecciones, la vacunación antigripal tiene un impacto crucial en la reducción del riesgo de fallecimiento asociado a las infecciones por los virus de la gripe y sus complicaciones”, mencionó Nistal-Villán.
“En muchos países con sistemas de vacunación avanzados, la percepción de las vacunas como herramienta esencial para prevenir riesgos graves asociados a determinados agentes infecciosos ha disminuido”, Estanislao Nistal-Villán, virólogo CEU San Pablo.
El análisis revela que en personas con ciertos factores de riesgo, la vacunación puede reducir el riesgo de muerte entre tres y cuatro veces. “Este dato enfatiza la necesidad de seguir promoviendo la vacunación como una herramienta fundamental para la salud pública”, añadió.
Otro de los temas que se discuten cada vez más, especialmente desde que la pandemia, que nos hizo más conscientes del proceso de fabricación de vacunas, es si los laboratorios logran acertar al predecir los subtipos de influenza que serán más comunes durante la temporada invernal. Esto es crucial, ya que determina la efectividad de la vacunación.
“La vacuna es eficaz, pero es fundamental precisar qué entendemos por eficacia”, detalló el experto. “Hemos evaluado tanto la eficacia para prevenir la infección por distintos virus de la gripe circulantes entre humanos (Influenza A H1N1, Influenza A H3N2, e Influenza B), como la eficacia para reducir el riesgo de muerte asociada a estos virus”.
Hay que tener en cuenta que la capacidad de prevenir la infección varía significativamente según el tipo de virus que afrontemos. “En particular, las vacunas antigripales ofrecen una protección limitada frente a H3N2”, explicó Nistal-Villán, “sin embargo, al analizar su efectividad para prevenir fallecimientos, los datos muestran que la vacunación es altamente efectiva frente a cualquiera de los virus de la gripe”.
Asimismo, la vacuna es una herramienta fundamental en la salud pública. La inyección habrá sido eficaz para salvar vidas a su alrededor. “Las formulaciones vacunales empleadas en los últimos 20 años han sido efectivas para prevenir aproximadamente la mitad de las muertes asociadas”, señaló Estanislao Nistal-Villán, virólogo CEU San Pablo.
“Nuestros datos indican que las formulaciones vacunales empleadas en los últimos 20 años han sido efectivas para prevenir aproximadamente la mitad de las muertes asociadas a la gripe en personas mayores de 65 años”, sentencia Nistal-Villán.