Papa Francisco: «médico de almas» que enfrentó graves problemas de salud desde joven

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El domingo 20 participó en la misa de Pascua desde el balcón de la basílica de San Pedro, en lo que sería su última aparición pública.

Después de terminar sus estudios secundarios y graduarse como técnico químico, Jorge Mario Bergoglio, el futuro pontífice, le confesó a su madre Regina su deseo de estudiar medicina. 

Desde muy joven, Bergoglio tuvo que interactuar con médicos, quienes le salvaron la vida en al menos dos ocasiones antes de cumplir 45 años. Cuando tenía 21 años, en una epidemia de gripe, sufrió un cuadro febril con una evolución complicada. 

En una entrevista con el médico y periodista Nelson Castro para el libro ‘La salud de los Papas’ (Sudamericana, 2021), recordó que un destacado neumólogo, a quien llamó «doctor Zorraquín» (probablemente el Dr. Victorio Aracama Zorraquín, reconocido cirujano torácico de esa época), quien detectó en él tres quistes en el lóbulo superior del pulmón derecho y un derrame pleural bilateral que le generaba dolor y dificultad para respirar. 

Aunque inicialmente le practicaron punciones pleurales, en octubre le informaron que era necesario extirpar el lóbulo afectado, ya que existía el riesgo de una recaída. 

El Papa compartió su experiencia con sus problemas de salud, recordando que aunque no siempre estuvo exento de preocupaciones, confiaba en su recuperación. La operación que le realizaron fue de gran magnitud, con una cicatriz que va desde la base del hemitórax derecho hasta su vértice, resultado de una intervención agresiva en la que se usó el separador costal de Finochietto, requiriendo mucha fuerza. 

Al despertar de la anestesia, experimentó dolores intensos, aunque en los años posteriores nunca sufrió disnea o fatiga que limitaran sus actividades. 

Su segundo episodio grave ocurrió en 1980, cuando, siendo un sacerdote de 44 años y sin recursos, sufrió una colecistitis aguda que progresó a gangrena vesicular y peritonitis. El cirujano, Dr. Juan Carlos Parodi, recordó que la operación requirió una extensa incisión abdominal para eliminar la vesícula infectada y limpiar el peritoneo, durando casi cinco horas. A pesar de la dificultad, el doctor confió en que el cura saldría adelante, y así fue.

En 2014, Francisco visitó al Dr. Parodi en el Vaticano junto a su esposa y le agradeció por aquella intervención. Relató que pensó que esa noche podía morir, pero el cirujano, con su carácter decidido, le dio esperanza y le salvó la vida sin esperar nada a cambio, aunque bromeó que aún recuerda la cicatriz que le dejó.

Su historial médico reciente incluye una gonalgia crónica que afectaba su movilidad, la extirpación de 33 cm de colon en 2021 por una estenosis diverticular, y en 2023, una cirugía abdominal para remover tejido cicatricial y reparar una hernia, además de varias caídas domésticas. 

La crisis de salud más grave y prolongada que enfrentó fue desde mediados de febrero de 2023, debido a un cuadro inflamatorio pulmonar derivado de una neumonía bilateral que se complicó con una crisis asmática, trombocitopenia e insuficiencia renal leve. 

En una entrevista radial, el Dr. Parodi expresó su preocupación, señalando que el Papa tenía sobrepeso, no realizaba ejercicios y seguía una dieta improvisada, enfrentando una infección multibacteriana hospitalaria con alta mortalidad.

Durante su internación, los médicos consideraron dejarlo morir para aliviar su sufrimiento, pero optaron por seguir adelante con todos los tratamientos posibles, asumiendo el riesgo de dañar otros órganos. Finalmente, tras 38 días, fue dado de alta el 23 de marzo, aunque se preveía una recuperación larga.

Este Jueves Santo, tras una breve reunión con reclusos en una cárcel romana y una conversación con periodistas, el Papa comentó que vivía la Pascua “como podía”. El domingo 20 participó en la misa de Pascua desde el balcón de la basílica de San Pedro, en lo que sería su última aparición pública.

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