Un tratamiento de un año con metotrexato (MTX) en casos de artralgia con sospecha clínica puede ayudar a evitar el desarrollo de artritis reumatoide (AR) en personas en riesgo que resultan negativas en la prueba de anticuerpos antiproteína citrulinada (ACPA), según los hallazgos de cuatro años del estudio TREAT EARLIER.
Pese a que los datos de los dos primeros años no mostraron un efecto preventivo, los investigadores evaluaron el riesgo de los pacientes en esta nueva fase de datos. En el estudio anterior, todos los participantes fueron agrupados, mientras que este nuevo análisis clasificó a los pacientes según su seropositividad.
Para realizar este estudio, los pacientes debían tener un dolor articular de aparición reciente que el reumatólogo intuía que podía progresar a artritis reumatoide. Además, los participantes debían tener una inflamación articular subclínica encontrada a través de una resonancia magnética.
El ensayo TREAT EARLIER contuvo a 236 participantes, de los cuales casi dos tercios eran mujeres y el 77% eran negativos para ACPA (específicamente para el antipéptido citrulinado cíclico 2). Aquellos asignados al grupo de tratamiento activo recibieron una inyección intramuscular única de glucocorticoides (metilprednisolona 120 mg) al inicio del estudio y completaron un ciclo de un año de tratamiento con MTX.
En contraste, el grupo de control recibió una inyección única de placebo al comienzo del ensayo y un ciclo de un año con tabletas de placebo. Todas las evaluaciones y visitas del estudio se llevaron a cabo en el Centro Médico de la Universidad de Leiden.
Después de dos años, no se observaron diferencias en el desarrollo de artritis reumatoide (AR) entre los grupos de tratamiento y placebo, aunque todos los grupos con riesgo que recibieron MTX mostraron mejoras en el dolor articular, funcionamiento físico e inflamación articular detectada por resonancia magnética, tanto en pacientes positivos a ACPA como en aquellos con un alto riesgo de desarrollar artritis clínica.
El tratamiento con MTX logró retrasar la aparición de AR, evidenciándose una diferencia estadísticamente significativa entre el grupo tratado y el placebo a los 6 y 12 meses, aunque no a los 24 meses.
En el análisis a 4 años, publicado en The Lancet Rheumatology, los investigadores clasificaron a los pacientes al inscribirse, según su riesgo de desarrollar AR, utilizando un modelo previamente publicado para predecir la artritis inflamatoria. Los factores considerados incluían la positividad a ACPA (2 puntos), positividad al factor reumatoide (1 punto), más de dos localizaciones de inflamación subclínica en resonancia magnética (2 puntos) y la presencia de tenosinovitis en resonancia magnética (1 punto).
De los 182 participantes ACPA negativos en el estudio, ninguno fue clasificado como de alto riesgo, 66 (36%) eran de riesgo mayor, y 116 (64%) eran de bajo riesgo. Los 54 pacientes ACPA positivos incluidos en el estudio fueron clasificados como de riesgo aumentado o alto, pero no se observaron diferencias en la tasa de desarrollo de AR en este grupo.
Los datos de cinco años sobre el ensayo, que incluirán la función física y otras medidas de carga de enfermedad, se analizarán en 2025, según indicó, lo cual revelará si los pacientes ACPA negativos tratados con MTX obtuvieron mejoras sostenidas en estas métricas.
Se requiere realizar estudios adicionales para validar estos hallazgos, comentó van der Helm-van Mil, quien también indicó que los resultados sugieren que los pacientes ACPA positivos y negativos «constituyen poblaciones distintas y debería evaluarse cada una por separado».
Estudios futuros sobre la prevención de AR también deberían considerar la estratificación del riesgo de los pacientes antes de su inclusión en el estudio, de modo que aquellos con bajo riesgo de desarrollar la enfermedad no participen en las intervenciones. «No se puede esperar un efecto del tratamiento si no existe riesgo de desarrollar la enfermedad», agregó.