Las hormonas del bienestar son mensajeros químicos que el cerebro utiliza para comunicarse con el cuerpo. Su función principal es generar sensaciones específicas que motivan, relajan, alivian el dolor o fortalecen las relaciones sociales.
Entre estás hormonas, existe un grupo fundamental, entre ellas la dopamina, la hormona de la recompensa, asociada al placer y la motivación; la serotonina encargada de estabilizar el estado de ánimo, clave en la relajación y el aprendizaje: las endorfinas, que son clave en los analgésicos naturales del cuerpo, que también mejoran el estado de ánimo, y, por último, la oxitocina es la hormona de la conexión social, importante en la confianza y los vínculos afectivos.
Estas hormonas no se producen al azar. Su liberación depende de estímulos concretos, ya sean físicos, emocionales o ambientales. Por ejemplo, el ejercicio, el sol, los abrazos o incluso el simple pensamiento de una recompensa pueden activarlas.
Dopamina, encargada de la recompensa del cerebro
Reconocida como el «sistema de recompensa» del cerebro. Se produce en áreas específicas del mesencéfalo y se libera cuando alcanzamos metas, cumplimos tareas o disfrutamos de algo placentero, como comer un trozo de chocolate. Según la Dra. Anna Lembke, profesora de psiquiatría en la Universidad de Stanford le manifestó al National Geographic, esta hormona no solo nos recompensa cuando obtenemos algo que deseamos, sino que también nos motiva a buscarlo.
Actividades como correr, darse una ducha caliente o cumplir pequeños objetivos pueden desencadenar una liberación de dopamina.
Sin embargo, no todo es positivo. Sustancias como el alcohol o las drogas también pueden liberar dopamina de forma artificial, pero su consumo repetido puede llevar a déficits severos, similares a los síntomas de depresión clínica. La clave está en buscar actividades saludables que generen una liberación gradual y sostenida.
Serotonina, estabilizador natural
Si alguna vez te has sentido en calma después de un día soleado o relajado tras meditar, probablemente hayas activado la serotonina. Esta hormona, producida en gran parte en el intestino, está relacionada con el estado de ánimo, la memoria y el aprendizaje. Según el Dr. Emeran Mayer, de la Universidad de California en Los Ángeles, “cuidar de nuestra salud intestinal puede ser crucial para mantener niveles óptimos de serotonina”.
Exponer la piel al sol, practicar ejercicio y confiar en uno mismo para satisfacer sus necesidades son formas naturales de estimular esta hormona. Los estudios también han demostrado que las prácticas de gratitud y meditación pueden potenciar su liberación, contribuyendo a una sensación de bienestar más duradera.
Endorfinas, acción directa para el dolor
Son conocidas como los analgésicos naturales del cuerpo. Liberadas por la glándula pituitaria, estas sustancias químicas ayudan a enmascarar el dolor físico y reducen el estrés. Actividades como correr, bailar, escuchar música, ver películas que te emocionen o reír a carcajadas pueden desencadenar su liberación.
Aunque el «subidón del corredor» se ha asociado tradicionalmente con las endorfinas, investigaciones recientes sugieren que otras sustancias químicas, como los endocannabinoides, también contribuyen a esa euforia posterior al ejercicio.
La conexión y la oxitocina
Apodada inicialmente como «la hormona del amor», es mucho más compleja de lo que sugiere su apodo. Producida en el hipotálamo, desempeña un papel crucial en las interacciones sociales y los vínculos afectivos. Se libera durante el parto, la lactancia y también en momentos de intimidad, como los abrazos, las caricias o el contacto visual.
La oxitocina fomenta la confianza y fortalece las relaciones, pero no siempre genera emociones positivas. Según el profesor Kent Berridge, de la Universidad de Michigan, esta hormona también puede amplificar sentimientos negativos, como los celos. Sin embargo, actividades como socializar, interactuar con una mascota o realizar actos de bondad suelen activarla de manera positiva.
¿Cuánto Duran sus Efectos?
La liberación de estas hormonas es breve por naturaleza. Según la Dra. Loretta Breuning, experta en neurociencia y autora de Hábitos de un cerebro feliz, cada «racha» de estas sustancias está diseñada para durar solo unos momentos, motivándonos a buscar nuevas experiencias.
Por ejemplo, el efecto de la dopamina y las endorfinas suele ser más fugaz, mientras que la serotonina y la oxitocina pueden proporcionar una sensación de bienestar más duradera. Sin embargo, todas comparten una característica común: una vez metabolizadas, necesitamos nuevos estímulos para desencadenar su liberación nuevamente