La disfunción eréctil es uno de los efectos secundarios que más preocupa a los hombres después del tratamiento contra el cáncer de próstata. Desde una mirada médica y humana, el Dr. Javier Castillo Ortiz, urólogo del Centro Médico Episcopal San Lucas en Ponce, explica cómo acompañar a los pacientes en la recuperación de su vida sexual y emocional tras superar la enfermedad.
Una realidad común y poco hablada
“La disfunción eréctil es más común de lo que las personas piensan”, afirma el Dr. Castillo. Incluso sin cirugía prostática, alrededor del 50 % de los hombres mayores de 50 años pueden experimentarla, y el porcentaje aumenta cerca de un 10 % por cada década de vida. A los 60 años, ya podría afectar al 60 % de los hombres.
En la población latina, hablar del tema continúa siendo un tabú. “Muchas veces se asocia la erección con la virilidad o la potencia. Por eso la palabra ‘impotencia’ ya no se usa en el ámbito médico. No tener una erección no hace a un hombre menos fuerte ni menos valioso”, señala.
¿Qué determina la disfunción tras el tratamiento oncológico?
Los efectos del tratamiento en la función sexual dependen de múltiples factores: la técnica quirúrgica, la experiencia del cirujano, la edad, la salud sexual previa y el uso de tecnologías avanzadas.
“La incidencia puede ir del 30 al 80 %, dependiendo de todos estos elementos. Es una preocupación legítima en la mayoría de los hombres que enfrentan esta enfermedad”, añade el especialista.
Hoy existen múltiples alternativas para mejorar la función eréctil:
- Rehabilitación del suelo pélvico
- Medicamentos orales como tadalafil o sildenafil
- Dispositivos de vacío (vacuum)
- Inyecciones intracavernosas
- Implantes o prótesis peneanas, con tasas de satisfacción superiores al 90 %
“Un implante de pene es un procedimiento ambulatorio. Toma unos 30 minutos y el paciente regresa a casa el mismo día. Es una opción muy efectiva para quienes buscan recuperar su intimidad”, explica el urólogo.
Acompañamiento al paciente y a su pareja
La disfunción eréctil no solo afecta al hombre: también impacta su relación y su bienestar emocional. “Siempre recomiendo que el paciente venga con su pareja. A veces, por desconocimiento, ellas piensan que ya no son deseadas, y eso genera tensión”, comenta el Dr. Castillo.
La comunicación, la educación y el acompañamiento empático son claves. “El urólogo debe ser un aliado, casi como un amigo. Nos convertimos en parte del círculo de confianza del paciente”.
Para muchos hombres, el mayor obstáculo es el miedo a perder su vida sexual, lo que puede retrasar la búsqueda de atención. “Eso solo prolonga el sufrimiento innecesario. Hay opciones, y los estamos esperando para ayudarles a vivir una vida plena”, concluye el Dr. Javier Castillo.









