Un procedimiento odontológico de rutina terminó en una emergencia hospitalaria por enfisema subcutáneo y neumomediastino. Los expertos destacan la importancia de la detección temprana.
Lo que parecía una simple limpieza dental se convirtió en una emergencia médica para una mujer de 37 años sin antecedentes respiratorios. Minutos después del procedimiento realizado con chorro de agua a alta presión, aire y polvo, la paciente experimentó un dolor súbito e intenso en la mandíbula, seguido de una llamativa hinchazón facial, en el cuello y en el pecho, así como sensación de opresión torácica.
Ante la rápida progresión de los síntomas, fue tratada inicialmente con antihistamínicos y corticoides, pero desarrolló dificultad respiratoria, dolor torácico y signos de compromiso respiratorio, lo que motivó su traslado a urgencias.
Allí se encontró crepitación subcutánea —indicativa de aire en los tejidos blandos— y se confirmó mediante imágenes la presencia de enfisema subcutáneo y neumomediastino, es decir, la infiltración de aire en los planos fasciales del cuello y en el mediastino.
El personal médico procedió con tratamiento de soporte respiratorio, broncodilatadores, corticoides intravenosos y analgesia. La paciente respondió favorablemente, aunque se mantuvo en observación.
Este caso resalta la necesidad de considerar el enfisema subcutáneo como una complicación rara pero posible en procedimientos odontológicos que emplean aire a presión, y subraya la importancia de una evaluación clínica exhaustiva ante síntomas atípicos tras intervenciones comunes.
Desde el punto de vista clínico, este escenario ilustra cómo una combinación de hallazgos físicos —como la crepitación subcutánea— y pruebas de imagen son esenciales para llegar a un diagnóstico correcto y oportuno, evitando complicaciones mayores.
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