Una carta al editor publicada en la revista Academic Psychiatry destaca cómo el cambio climático y los desastres naturales —como huracanes, incendios y olas de calor— están afectando los sistemas de salud y la educación médica. El documento propone avanzar hacia un “kit de herramientas de desarrollo docente” que permita a las instituciones académicas mantener la continuidad educativa en contextos de crisis.
El escrito fue elaborado por un grupo de profesores de cuatro instituciones académicas, entre ellas la Universidad de Puerto Rico, todas con experiencia reciente en desastres climáticos que obligaron al cierre parcial o total de sus escuelas.
Los autores comparten lecciones aprendidas sobre cómo sostener la enseñanza médica sin comprometer los estándares de acreditación.
Lecciones clave del informe:
- Comunicación bidireccional efectiva.
La comunicación fue identificada como el desafío principal. Una de las instituciones estableció pautas precisas sobre cómo, cuándo y en qué formato compartir información de emergencia.
Además, fomentó la comunicación bidireccional mediante reuniones regulares con líderes estudiantiles y mensajes grupales de texto para mantener el contacto cuando fallaban la electricidad o los servicios. También habilitaron centros de apoyo con acceso a alimentos, calefacción o refrigeración, según las necesidades de los estudiantes.
- Adaptación de la educación clínica.
Tras el paso de un huracán de categoría 3, una facultad de medicina logró mantener su internado de psiquiatría activo mediante estrategias desarrolladas durante la pandemia de COVID-19, como rondas médicas virtuales y sesiones grupales por videoconferencia. Gracias a la flexibilidad y el uso de tecnología, todos los estudiantes completaron su rotación y aprobaron sus evaluaciones a tiempo. - Transición al formato asincrónico.
Otra institución, afectada por múltiples desastres consecutivos, implementó un sistema asincrónico con clases pregrabadas, materiales de autoaprendizaje y revisión de registros clínicos.
Esta estrategia permitió mantener el progreso académico mientras se reanudaban las actividades clínicas.
Los autores concluyen que la resiliencia educativa depende de la flexibilidad, la planificación y la comunicación efectiva. Subrayan que, ante el aumento de eventos climáticos extremos, las escuelas de medicina deben integrar protocolos que garanticen la continuidad del aprendizaje y el bienestar de su comunidad académica.
Fuente:AQUÍ









