El trasplante de médula ósea ha sido durante décadas una de las principales herramientas para tratar diversos tipos de cáncer de la sangre, desde leucemias hasta mielomas múltiples o linfomas. Sin embargo, como explica el Dr. Alexis Cruz Chacón, Director del Programa de Trasplante de Médula Ósea en el Hospital Auxilio Mutuo, no todos los pacientes son candidatos a este procedimiento.
“Un trasplante de médula ósea requiere quimioterapia de alta intensidad. Por eso, no todos los pacientes son aptos: depende de su condición física y de las comorbilidades que puedan tener”.
Más allá de la edad, el estado físico es la clave
Hace algunos años, la edad era un factor determinante para decidir si un paciente podía someterse a un trasplante. Hoy, los avances médicos han cambiado esa percepción. “La edad no es un impedimento. He realizado trasplantes en pacientes mayores de 70 años que los han tolerado muy bien. Lo importante no es cuántos años tenga el paciente, sino su condición general y que sus enfermedades crónicas estén controladas”.
El enfoque actual prioriza una evaluación integral que considera la actividad física, la salud cardiovascular y metabólica, y el control de enfermedades como la diabetes o la hipertensión.
Para los pacientes que no son candidatos a trasplante, el panorama ha cambiado radicalmente gracias a las terapias dirigidas y la inmunoterapia. Estos tratamientos han demostrado ser igual o incluso más efectivos que la quimioterapia tradicional, con menos toxicidad y mejores resultados en calidad de vida.
“Las terapias dirigidas y la inmunoterapia han tenido un impacto muy significativo. Muchos pacientes logran controlar su enfermedad sin necesidad de trasplante ni los efectos adversos de la quimio”.
El especialista destaca que, a diferencia de la quimioterapia convencional, estos tratamientos permiten mantener una buena adherencia gracias a su menor toxicidad. No obstante, advierte sobre los retos financieros que suponen los altos costos de las terapias a largo plazo.
“La toxicidad económica es real, pero trabajamos junto a farmacéuticas y organizaciones sin fines de lucro para garantizar que ningún paciente se quede sin tratamiento por falta de recursos”, concluye el especialista.
 
								 
											








