El cáncer de ovario continúa siendo uno de los cánceres ginecológicos más peligrosos, no por su frecuencia, sino por la dificultad de detectarlo tempranamente. A nivel mundial, en 2022 se diagnosticaron aproximadamente 324 398 casos nuevos y hubo 206 839 muertes vinculadas a esta enfermedad.
Aunque su incidencia ha disminuido ligeramente en los últimos años, sigue siendo la causa de muerte más común entre los cánceres de los órganos reproductores femeninos. El diagnóstico promedio ocurre alrededor de los 63 años.
Tipos de cáncer de ovario y lo que ha cambiado
- Cáncer epitelial (epiteliomas ováricos): Constituyen cerca del 85 – 90 % de los casos malignos.
Dentro de estos, el tipo más frecuente y agresivo hoy sigue siendo el carcinoma seroso de alto grado, el cual representa entre el 70 – 80 % de los cánceres epiteliales.
Otras variantes: endometrioide, células claras, mucinoso, de bajo grado, entre otros.
- Tumores de células germinales y del estroma: Aunque hay menos casos, siguen existiendo. Sin embargo, los avances recientes en investigación y clasificación han reducido su proporción respecto a los epiteliales.
- Tumores limítrofes (bajo potencial maligno): No son agresivos como los carcinomas típicos y crecen más lentamente; suelen afectar mujeres más jóvenes.
En la práctica clínica moderna, el foco suele estar en los carcinomas epiteliales de alto grado, por su agresividad y alta prevalencia.
Factores de riesgo
Los factores que actualmente la evidencia señala como más relevantes para desarrollar cáncer de ovario:
- Edad avanzada, especialmente después de la menopausia. La mayoría de diagnósticos se da en mujeres mayores de 55 años, con la mediana en 63.
- Mutaciones hereditarias genéticas, sobre todo en los genes BRCA1 y BRCA2 — estas mutaciones explican aproximadamente una cuarta parte de los casos heredados.
- Historia familiar de cáncer de ovario o mama.
- Nulliparidad (no haber tenido hijos) o tener el primer hijo a edad avanzada.
- Condiciones ginecológicas, como endometriosis.
- Otros: inicio muy temprano de la menstruación, menopausia tardía, exposición a radiación en la pelvis.
Importante: aunque estos factores aumentan el riesgo, la mayoría de mujeres diagnosticadas no tendrán todos ellos.
Por qué su detección sigue siendo difícil y mortal
La mayoría de los casos hasta el 95 % debutan con síntomas muy inespecíficos: dolor o malestar abdominal/pélvico, hinchazón, sensación de llenura rápida al comer, necesidad frecuente de orinar.
Por eso, cerca del 80 % de los diagnósticos ocurren en etapas avanzadas (etapas III-IV), cuando el cáncer ya se ha diseminado y el tratamiento resulta más complejo. Este diagnóstico tardío explica en parte por qué la tasa de supervivencia a 5 años es relativamente baja: alrededor del 50–52 %, aunque varía mucho según la etapa y la detección temprana.
Qué ha mejorado recientemente:
- Las tasas de mortalidad han disminuido: desde 1976 las muertes por cáncer de ovario han bajado en casi un 43 %, probablemente gracias a mejores tratamientos y a menor uso de terapias hormonales tras la menopausia.
- La medicina genética tiene un papel clave: con pruebas de mutaciones (p. ej. BRCA1/2), algunas personas con alto riesgo pueden optar por controles más estrictos o incluso medidas preventivas.
- Nuevas líneas de investigación usan inteligencia artificial aplicada a patología por ejemplo, con análisis automatizados de muestras histológicas que podrían mejorar la precisión del diagnóstico en etapas tempranas.
Qué puede hacer cada mujer cuándo consultar con su ginecólogo
- Si tienes antecedentes familiares de cáncer de ovario o mama, o conoces mutaciones genéticas en tu familia, considera asesoramiento genético.
- Si presentas síntomas persistentes (hinchazón abdominal, saciedad rápida, dolor pélvico/abdominal, cambios urinarios o digestivos) incluso si parecen “inofensivos” o pasajeros consulta con tu médico.
- Si tienes factores de riesgo pero estás sana: mantener controles periódicos, informar cualquier cambio en tu salud y llevar un estilo de vida saludable siempre ayuda.
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