Autor: Dr. Fernando Cabanillas Escalona, oncólogo.
Cuando me mudé a Puerto Rico, la palabra «cáncer» era un tabú. En 2021, al fundar el «Centro de Cáncer Auxilio Mutuo», los oncólogos me miraron con escepticismo por utilizar esa palabra tan temida, en lugar de elegir un nombre más suave como «Centro de Oncología». La mayoría de las personas asociaban el cáncer con una enfermedad terrible e incurable. Sin embargo, para mí era fundamental enfrentar la realidad y hablar abiertamente del problema. Con el tiempo, los avances médicos han demostrado que esta enfermedad ya no es necesariamente una sentencia de muerte. De hecho, hoy más del 50% de los pacientes pueden curarse, y las cifras de supervivencia siguen mejorando cada año. En este contexto, me enfocaré en los avances más significativos en la terapia sistémica contra el cáncer ocurridos en la última década.
La inmunoterapia ha revolucionado el tratamiento del cáncer al permitir que nuestro sistema inmune reconozca y ataque las células cancerosas de manera más efectiva. Podemos dividir la inmunoterapia en varios tipos pero si nos enfocamos en los últimos 10 años, podemos decir que hay dos tipos principales: Los inhibidores de puntos de control y los anticuerpos biespecíficos.
Los inhibidores de puntos de control son una clase de fármacos utilizados principalmente en el tratamiento del cáncer. Sabemos que muchos tipos de tumores son capaces de bloquear y suprimir el sistema inmune así evitando que este ataque y elimine las células cancerosas del cuerpo. Los inhibidores de puntos de control actúan bloqueando la habilidad de los tumores para suprimir la respuesta del sistema inmune. Hay varios medicamentos que se consideran inhibidores de puntos de control, pero los más conocidos son pembrolizumab, ipilimumab y nivolumab.
Estos fármacos han demostrado resultados excepcionales, especialmente en tumores como el melanoma, el cáncer colorrectal, el de pulmón no microcítico, la enfermedad de Hodgkin y algunos linfomas no-Hodgkin, el cáncer renal, el de cuello de la matriz, los tumores de cabeza y cuello, y el cáncer de vejiga. Estos tratamientos han logrado mejorar considerablemente las tasas de supervivencia y brindar nuevas esperanzas a los pacientes con enfermedad avanzada. Los beneficios son particularmente destacados en los cánceres que presentan altos niveles de una proteína llamada PD-L1 o características genéticas específicas, como la llamada inestabilidad de microsatélites alta (MSI-H).
En cuanto a los anticuerpos biespecíficos, estos tambien se pueden considerar como un avance revolucionario. Estos anticuerpos han emergido como una de las terapias más prometedoras, especialmente en el tratamiento de linfomas no-Hodgkin, mieloma múltiple, leucemia mieloblástica aguda y leucemia linfoblástica aguda. Estos anticuerpos son proteínas que se distinguen por tener dos extremos en la molécula, cada uno dirigido a un punto diferente en las células de cáncer. Un extremo del anticuerpo se une a una molécula específica, llamada antígeno, que se encuentra en la superficie de las células cancerosas. El otro extremo se une a las células T (los «soldados» del sistema inmunológico), guiándolas y aproximándolas a las células cancerosas. Una vez que las células T se encuentran cerca de las células cancerosas, se activa una señal que las lleva a destruir estas últimas.
Estos anticuerpos ayudan al sistema inmune a reconocer y atacar las células malignas de manera más eficaz. Son varios los medicamentos que se están explorando, como por ejemplo mosunetuzumab y glofitamab que están siendo investigados en combinación con otros medicamentos con resultados prometedores. En el Centro de Cancer Auxilio Mutuo estamos participando en un estudio de un anticuerpo biespecífico de nombre Epcoritamab en pacientes con linfomas agresivos que han fallado a tratamientos previos y los resultados son extraordinarios. La investigación sigue perfeccionando estas terapias para garantizar que se dirijan específicamente a las células tumorales sin dañar las sanas.
Otros tipos de cáncer, como el de seno, pulmón y estómago, también están siendo investigados para ser tratados con anticuerpos biespecíficos. La FDA otorgó aprobación acelerada a zanidatamab (Ziihera) el 20 de noviembre de 2024 para tratar el cáncer avanzado y metastásico de conductos biliares (colangiocarcinoma) y otros cánceres de las vías biliares que tienen niveles elevados de HER2 y no responden a la quimioterapia. Los anticuerpos trispecíficos representan otro avance significativo. Estos anticuerpos son capaces de reconocer y unirse a tres antígenos diferentes, lo que aumenta su capacidad para atacar las células cancerosas. Un anticuerpo trispecífico típico incluye Anti-CD3 para activar las células T del sistema inmune, Anti-CD28 para proporcionar una señal coestimuladora que potencia la actividad de las células T y Anti-CD20 para dirigir las células T hacia las células tumorales de algunos tipos de linfomas no-Hodgkin.
Esta tecnología innovadora tiene el potencial de mejorar la eficacia de los tratamientos al combinar múltiples acciones en una sola molécula. Finalmente, la “Medicina Genómica y la Oncología de Precisión” constituyen otro avance importante. La integración de datos genómicos que significa la información contenida en el ADN de un organismo, está transformando la forma en que tratamos el cáncer, permitiendo enfoques más personalizados y mas precisos. La oncología de precisión adapta los tratamientos según las mutaciones genéticas específicas que están presentes en el tumor de cada paciente, lo que mejora la eficacia y reduce los efectos secundarios. Estamos en la actualidad utilizando los cambios en el ADN de las células tumorales con el fin de identificar los tratamientos más adecuados para cada paciente, mejorando tanto la supervivencia como la calidad de vida de los afectados.
Gracias a los avances técnicos, también es posible detectar ADN tumoral circulante en la sangre, lo que permite predecir la recurrencia del cáncer con mayor precisión y en etapas más tempranas. Esta información es clave para desarrollar terapias más tempranamente y más efectivamente. Estas innovaciones no solo están mejorando la eficacia de los tratamientos, sino que también están reduciendo los efectos secundarios, acercándonos a un futuro donde el cáncer puede ser tratado de manera más efectiva y personalizada.