El cabello es una parte fundamental de nuestra identidad, y cuando las personas experimentan la caída del cabello debido a la alopecia areata, su bienestar emocional puede verse gravemente afectado.
Esta pérdida de cabello puede impactar profundamente en la forma en que las personas se ven a sí mismas, lo que a su vez puede influir negativamente en su calidad de vida, especialmente si evitan actividades sociales o desarrollan ansiedad o depresión.
Incluso aquellos cuyo cabello vuelve a crecer pueden sufrir de trastorno de estrés postraumático (TEPT), ya que pueden vivir con el temor constante de volver a perder el cabello.
Depresión
El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) afirma que tener una condición médica crónica, como la alopecia areata, aumenta el riesgo de desarrollar depresión.
Un estudio publicado en 2022 reveló que los adultos con alopecia areata tenían entre un 30% y un 38% más de probabilidades de ser diagnosticados con depresión. Aunque la depresión no causa alopecia, la enfermedad puede desencadenar depresión.
Las personas con alopecia areata han reportado sentir:
– Soledad, aislamiento
– Pérdida, duelo
– Miedo a que otros descubran que usan peluca
– Vergüenza, ira
– Culpa por pensar que son responsables de la enfermedad
– Necesidad de encontrar una cura
Reconocer las señales
Es esencial comprender la experiencia emocional de los pacientes con alopecia areata para identificar señales de lucha con la salud mental. Un estudio publicado en el Journal of Patient-Reported Outcomes utilizó entrevistas semiestructuradas para explorar cómo los pacientes viven esta condición. Los pacientes describieron el diagnóstico inicial como traumatizante, devastador y aterrador. La caída del cabello en áreas visibles era percibida como una de las cargas psicosociales más difíciles de manejar.
Algunas citas representativas de pacientes incluyen: «Me sentía tan avergonzado, tan cohibido y tan deprimido. Lo oculté, lo oculté, lo oculté», «Lo más importante que me afectaba era cómo me sentía acerca de mí mismo. Sentía que no valía la pena ser amado», y «Me entristeció durante mucho tiempo». Estas declaraciones refuerzan hallazgos previos, que destacan el impacto emocional devastador de la enfermedad, especialmente en la autoestima y la confianza social.
Igualmente otros estudios recientes han comenzado a explorar la relación bidireccional entre la salud mental y la alopecia areata (AA). JAMA Dermatology investigó por ejemplo la asociación entre la alopecia areata y el trastorno depresivo mayor (MDD). Aunque se sabe que la pérdida de cabello puede generar una carga psicológica significativa, muchos pacientes reportan síntomas de salud mental antes del inicio de la AA.
Con la reciente aprobación de baricitinib por la FDA, la primera terapia aprobada para AA, hay optimismo respecto a futuras opciones de tratamiento para esta condición. Aunque estos tratamientos no son completamente efectivos, incluso un crecimiento parcial del cabello tiene un impacto positivo en los pacientes.
Sin embargo, es fundamental recordar que el tratamiento no se limita solo al crecimiento del cabello, sino que también debe abordar los aspectos psicosociales.
Con información de Dermatology Times y NIH.