Un nuevo estudio revela que no solo la cantidad de grasa en el cuerpo, sino también el lugar donde esta se acumula, puede desempeñar un papel clave en el riesgo de desarrollar cáncer.
Durante años, el índice de masa corporal (IMC) ha sido el estándar para medir el sobrepeso y la obesidad, factores asociados a distintos tipos de cáncer, incluidos los de mama, hígado e intestino. Sin embargo, investigadores advierten que esta medida puede ser insuficiente y que la ubicación de la grasa corporal podría ser determinante.
La grasa no es igual en todo el cuerpo
La investigación, publicada en el Journal of the National Cancer Institute, analizó la relación entre distintos depósitos de grasa corporal —abdominal, visceral, glúteos y muslos, hepática y pancreática— y el riesgo de 12 tipos de cáncer relacionados con la obesidad.
Los resultados mostraron que la grasa abdominal está vinculada a un mayor riesgo de cáncer de endometrio, esófago e hígado. En contraste, la grasa acumulada en glúteos y muslos se asoció con un menor riesgo de cáncer de mama y meningioma, un tipo de tumor cerebral.
El oncólogo Daniel Landau comentó que “parece que no solo importa la obesidad, sino también la ubicación de la obesidad. La obesidad central, en particular, se ha vinculado con inflamación y hábitos alimenticios poco saludables, factores que elevan el riesgo de cáncer”.
Una metodología innovadora
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores emplearon la llamada aleatorización mendeliana de dos muestras, una técnica genética que permite identificar relaciones causales. Los datos provinieron de grandes biobancos en Reino Unido y Finlandia.
El doctor Anton Bilchik, del Providence Saint John’s Cancer Institute, destacó que “este es uno de los primeros estudios que demuestra que la ubicación anatómica de la grasa se relaciona con diferentes tipos de cáncer, lo que podría transformar cómo entendemos y prevenimos estas enfermedades”.
Mecanismos detrás del riesgo
El Instituto Nacional del Cáncer explica que el exceso de grasa corporal puede aumentar el riesgo de cáncer debido a:
- Producción elevada de estrógeno, asociada con tumores hormonodependientes.
- Niveles altos de insulina.
- Inflamación crónica, que favorece el crecimiento tumoral.
- Hormonas derivadas de las células grasas que estimulan la proliferación celular.
Por el contrario, estudios previos muestran que perder al menos un 5 % del peso corporal puede reducir significativamente el riesgo de cáncer en mujeres posmenopáusicas.
Los autores del estudio subrayan que la distribución de la grasa debe considerarse al evaluar el riesgo de cáncer y diseñar estrategias de prevención. “La forma del cuerpo y la reducción de grasa en zonas específicas pueden ser más importantes que la pérdida de peso general”, concluyó Bilchik.
Fuente: AQUÍ