La Dermatitis Atópica (DA) es una condición crónica de la piel caracterizada por una alteración en la barrera cutánea y una respuesta inmune exagerada a ciertos factores ambientales.
Aunque afecta a millones de personas en todo el mundo, sigue siendo una enfermedad compleja que a menudo es malentendida. En este artículo, exploraremos sus causas, síntomas y opciones de manejo, de la mano de la Dra. Tania González Santiago, dermatóloga y dermatopatóloga.
«La Dermatitis Atópica es una condición en donde la barrera de la piel está alterada, y el paciente muestra una hipersensibilidad», explica la Dra. González Santiago. En términos simples, la piel se vuelve incapaz de proteger adecuadamente al cuerpo, lo que facilita la entrada de irritantes y alérgenos.
Un factor importante en el desarrollo de esta afección es la mutación en la proteína filagrina, que afecta al 30% de los pacientes con DA. Esta proteína juega un papel crucial en mantener la integridad de la piel. Sin embargo, el 70% de los casos están relacionados con factores externos como alérgenos ambientales (polen, polvo) que agravan la disfunción de la barrera cutánea.
Síntomas y áreas afectadas
Uno de los primeros signos de la dermatitis atópica es un picor intenso, que puede ser el único síntoma inicial en algunos pacientes. «Por lo general, el paciente puede detectar la condición por los hallazgos que ve, pero muchos de los pacientes lo que sienten primero es un picor intenso», afirma la doctora. Las áreas más comunes donde aparece la DA son las zonas flexoras de los brazos, el cuello y la parte posterior de las piernas.
Este picor puede ser tan severo que los pacientes se rascan hasta causar lesiones, lo que a menudo resulta en infecciones secundarias. «La dermatitis atópica no es contagiosa, pero sí puede verse en la piel como algo contagioso», enfatiza la Dra. González Santiago.
La DA es común en todas las edades. «Hay pacientes que presentan desde los tres meses de edad en adelante, y hay otros que la desarrollan en la vejez», comenta la doctora. Aunque no se comprende completamente por qué algunos adultos mayores la desarrollan de repente, se cree que los cambios en la barrera de la piel a lo largo del tiempo pueden aumentar la susceptibilidad.
Es importante destacar que, aunque la DA a menudo tiene un componente hereditario, no siempre hay un historial familiar claro. «En algunos casos, los familiares pueden tener una forma leve de la condición que no fue reconocida como dermatitis atópica», añade.
Factores genéticos y ambientales
Un hallazgo clave en la investigación sobre la dermatitis atópica es la relación entre la genética y los factores ambientales. La mutación en la proteína filagrina es un ejemplo claro de cómo la genética puede predisponer a una persona a la enfermedad. Sin embargo, la Dra. González Santiago subraya que «el 70% de los pacientes no tiene historial familiar o, si lo tienen, no es específicamente de la dermatitis atópica».
Los factores ambientales también juegan un papel fundamental, especialmente en áreas como Puerto Rico, donde el clima y la exposición a alérgenos externos son constantes.
Manejo y tratamiento
El manejo de la dermatitis atópica varía según la severidad de los síntomas y la respuesta del paciente. «El tratamiento debe ser personalizado y multifactorial», recomienda la Dra. González Santiago. Las terapias pueden incluir desde el uso de emolientes para mejorar la función barrera de la piel hasta medicamentos inmunomoduladores para controlar la inflamación.
Además, es crucial identificar y evitar los desencadenantes ambientales, como los alérgenos y los irritantes comunes, para reducir la frecuencia de los brotes.
La dermatitis atópica es una condición compleja que requiere un enfoque integral para su manejo. Con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, los pacientes pueden mejorar significativamente su calidad de vida. Como concluye la Dra. González Santiago, «comprender la interacción entre la genética y el ambiente es clave para manejar esta enfermedad de manera efectiva».