Desafíos clínicos y logísticos en la atención del cáncer dentro del sistema penitenciario estadounidense

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Un estudio identifica las principales barreras y oportunidades para mejorar la atención del cáncer entre personas privadas de la libertad.

El cáncer se ha convertido en la principal causa de muerte dentro de las prisiones de Estados Unidos, y los pacientes encarcelados enfrentan tasas de mortalidad significativamente más altas que la población general. Un estudio reciente liderado por el Dr. Christopher R. Manz y su equipo en el Dana-Farber/Harvard Cancer Center analizó los obstáculos y las oportunidades en la atención del cáncer en entornos penitenciarios, revelando un panorama complejo donde la salud, la seguridad y la dignidad humana entran en tensión.

Siete barreras principales en el camino del cuidado

A partir de entrevistas con 32 médicos, directores clínicos y oncólogos de 16 sistemas penitenciarios estatales y federales, los investigadores identificaron siete grandes barreras que dificultan el acceso y la continuidad del tratamiento oncológico:

  1. Aceptación del tratamiento por parte de los pacientes, muchas veces afectada por desconfianza o desinformación.
  2. Determinantes sociales y de salud previos al encarcelamiento, como la pobreza o el acceso limitado a servicios médicos.
  3. Deficiencias en la coordinación del cuidado entre los sistemas penitenciarios y los servicios oncológicos externos.
  4. Problemas de comunicación entre pacientes, oncólogos y médicos de prisión.
  5. Manejo inadecuado de síntomas y dolor durante el tratamiento.
  6. Dificultades en el transporte hacia hospitales y centros especializados.
  7. Falta de humanidad en la atención, donde la seguridad tiende a tener prioridad sobre la salud y la compasión.

Además, los autores resaltaron tres temas transversales: escasez de personal médico, priorización de la seguridad sobre el bienestar del paciente y falta de transparencia en los procesos clínicos dentro de las prisiones.

Cuando la prisión se convierte en acceso

Pese a las limitaciones, el estudio también encontró dos factores facilitadores:

  • Para muchos reclusos, el encarcelamiento representa su primera oportunidad de recibir atención médica continua, incluyendo diagnósticos que antes eran inaccesibles.
  • El entorno penitenciario, al proveer alimentación, vivienda y servicios básicos, puede ayudar a reducir las barreras sociales que impiden el tratamiento fuera de prisión.

Una oportunidad para reducir desigualdades

Los investigadores destacan que la cárcel agrava inequidades preexistentes: las poblaciones más afectadas por el encarcelamiento —personas negras, con bajos ingresos o en situación de vulnerabilidad— son también las más propensas a presentar peores desenlaces en cáncer.

Este estudio sugiere que mejorar la coordinación entre el sistema penitenciario y los servicios de salud pública podría representar una vía clave para disminuir la mortalidad y promover la equidad en salud.

“Existen numerosas barreras al cuidado del cáncer en prisión, pero también oportunidades para mejorar los resultados de esta población vulnerable”, concluyen los autores.

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