El dolor crónico, a diferencia del dolor agudo que protege contra lesiones, persiste más allá del tiempo esperado de curación y, en muchos casos, no tiene una causa clara. Puede aparecer incluso después de que la lesión haya sanado y, aunque a veces no tiene cura, “puede controlarse y mejorar notablemente con el tratamiento adecuado. La meta es reducir el dolor, mejorar la calidad de vida y restaurar la funcionalidad”, explica la Dra. Esther García Esquinas, investigadora del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y profesora de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
El diagnóstico sigue siendo un reto, ya que se basa principalmente en la descripción del paciente. Por ello, encontrar marcadores objetivos —como biomarcadores genéticos, epigenéticos, de neuroimagen o neuroquímicos— es una prioridad para la comunidad científica.
BDNF: una proteína clave bajo la lupa
En este contexto, un equipo del CNE–ISCIII investigó el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) como posible biomarcador del dolor crónico, publicando sus resultados en European Journal of Pain. El BDNF es una proteína esencial para la diferenciación, supervivencia y plasticidad neuronal, y se puede medir fácilmente en sangre. Se eligió como candidato porque, a nivel experimental, se ha demostrado que facilita la transmisión del dolor en la médula espinal y favorece la sensibilización central. Además, estudios previos han encontrado niveles alterados de BDNF en pacientes con patologías dolorosas crónicas como fibromialgia, dolor neuropático o migrañas.
El estudio
Se analizaron los niveles circulantes de BDNF en sangre de 1.932 personas mayores de 65 años en España (edad media: 71 años; 50,21 % mujeres). Las mujeres presentaron mayor prevalencia de dolor crónico (34,5 % frente a 18,3 % en hombres) y depresión (22,1 % frente a 8,2 %). Entre quienes sufrían dolor crónico (511 participantes), la depresión afectaba al 31,1 %, frente al 9,4 % en quienes no padecían dolor. El dolor musculoesquelético fue el más frecuente (87,28 %), seguido del nociplástico (13,89 %), neuropático (10,57 %), visceral (9,98 %) y vascular (4,3 %).
Hallazgos principales
Al relacionar dolor, depresión, sexo y niveles de BDNF, se observó que, entre las mujeres sin depresión, aquellas con dolor severo o incapacitante tenían concentraciones más bajas de BDNF que las que no sufrían dolor crónico. En hombres sin depresión no se vio este patrón. En cambio, entre los hombres con depresión y dolor severo, los niveles de BDNF también eran más bajos, algo que no ocurrió en mujeres con depresión.
Para la Dra. García Esquinas, estas diferencias por sexo y estado depresivo fueron un hallazgo inesperado, que podría abrir nuevas líneas de investigación sobre cómo influyen factores biológicos y psicológicos en el dolor crónico.
Ventajas y retos del BDNF como biomarcador
Aunque el BDNF es fácil de medir y más económico que otras técnicas como neuroimagen o marcadores epigenéticos, aún es pronto para su uso clínico. Se necesitan estudios adicionales y replicar los resultados en diferentes poblaciones y centros de investigación.
Si futuros trabajos confirman estos datos, el BDNF podría convertirse en un biomarcador accesible para evaluar el dolor crónico. No obstante, su interpretación requeriría un enfoque personalizado, considerando diferencias biológicas y psicológicas entre pacientes, alejándose de tratamientos uniformes.