Las alergias alimentarias en infantes, especialmente la alergia a la proteína de la leche de vaca, requieren un enfoque especializado y coordinado entre diferentes profesionales de la salud. La licenciada Olga Sinigaglia, nutricionista pediátrica del Instituto de Deficiencias del Desarrollo del Recinto de Ciencias Médicas, explica su labor en estos casos y la importancia de un equipo interdisciplinario para garantizar el bienestar del menor.
«Cuando yo recibo un niño que pueda tener alergias alimentarias, o en este caso, alergia a la proteína de leche de vaca, es fundamental revisar el referido médico. El pediatra ya ha dado unas instrucciones para esta familia y es importante evaluar si la madre está lactando a su bebé o si está utilizando una fórmula maternizada», explicó la licenciada Sinigaglia.
La nutricionista enfatizó que su trabajo no es diagnosticar la alergia, sino guiar a la familia en los cambios necesarios en la alimentación del niño. «Mi labor está en poder orientar a esta familia sobre los ajustes dietéticos adecuados según el equipo interdisciplinario, que incluye al pediatra, quien brinda el referido y las instrucciones necesarias», agregó.
Las recomendaciones varían dependiendo de la edad del niño. En el caso de un bebé recién nacido con alergia diagnosticada, la evaluación de la dieta materna es clave. «Si el bebé no está tolerando la leche materna, puede ser necesario hacer una dieta de eliminación en la madre para garantizar su nutrición y la del bebé», indicó la especialista.
Si el bebé es alimentado con fórmula, el pediatra puede recomendar una fórmula hipoalergénica. Para niños mayores de seis meses que inician la alimentación complementaria, la nutricionista enfatiza la importancia de la introducción gradual de nuevos alimentos. «Mi trabajo es asegurar que los alimentos sean seguros y guiar a los padres en la lectura de etiquetas para evitar ingredientes potencialmente peligrosos», afirmó Sinigaglia. También advirtió sobre la presencia de alérgenos ocultos en productos como suplementos nutricionales y pastas de dientes.
Para niños más grandes, el enfoque se centra en garantizar una alimentación equilibrada. «Algunas familias pueden sentirse abrumadas y optar por dietas demasiado restrictivas, lo que puede afectar el crecimiento y desarrollo del niño. Es importante evaluar su alimentación y asegurarnos de que está recibiendo todos los nutrientes esenciales», destacó.
La nutricionista subraya que los padres deben estar atentos a los signos de alergia y no limitar las visitas al pediatra solo cuando el niño está enfermo. «Las citas de niños sanos permiten evaluar el desarrollo y detectar síntomas que los padres podrían no identificar. En estos casos, mi función es referir nuevamente al pediatra para una evaluación más profunda y, si es necesario, a un alergista», explicó.
El trabajo en equipo con el alergista también es crucial para evaluar la evolución del niño. «Mi labor es compartir información sobre el estado nutricional del infante, identificar posibles deficiencias y, junto con el especialista, diseñar el mejor plan de alimentación para garantizar su bienestar», añadió.
En casos donde la lactancia materna no es posible, existen opciones de fórmulas especializadas. «Para niños con alergias existen fórmulas hipoalergénicas adecuadas según su edad. También hay opciones para mayores de 12 meses que siguen presentando alergias o tienen otras condiciones adicionales», explicó Sinigaglia.
Finalmente, la nutricionista recordó que algunas alergias pueden superarse con el tiempo, por lo que es fundamental el seguimiento médico constante. «Es clave mantener las evaluaciones con el pediatra y el alergista para ajustar la dieta del niño conforme a su evolución», concluyó.