En marzo de 2020 se dio inicio a la pandemia por COVID-19, la comunidad científica trabajó incansablemente para desarrollar vacunas contra el Sars-CoV-2, logrando un avance sin precedentes en la historia de la medicina. Sin embargo, la rapidez del proceso generó desconfianza en algunos sectores de la población, amplificada por el poder de las redes sociales. El Dr. F. Perry Wilson, de la Facultad de Medicina de Yale, analiza cómo las plataformas digitales contribuyeron a la difusión de narrativas engañosas sobre la seguridad de las vacunas.
El nacimiento de un movimiento viral
A medida que avanzaba la campaña de vacunación, los mensajes de escepticismo se hicieron más agresivos. Surgió un fenómeno particular en redes sociales, encabezado por el hashtag #DiedSuddenly (#MurióRepentinamente). Las publicaciones asociadas a este término relataban la muerte inesperada de personas jóvenes y sanas, insinuando que la causa podría estar relacionada con la vacunación.
Las historias eran impactantes: deportistas colapsando en el campo, adultos jóvenes falleciendo sin antecedentes de enfermedad. Rápidamente, la narrativa fue adoptada por grupos antivacunas que amplificaron la desinformación, generando miedo y desconfianza en la población.
Redes sociales: catalizador de la desinformación
Plataformas como Twitter (ahora X) y Facebook, cuyo algoritmo prioriza el contenido que genera interacción, facilitaron la propagación de estos mensajes. Como explica el Dr. Wilson, una forma efectiva de ganar visibilidad en redes es inflamar las emociones, y pocos temas despertaron más reacciones que la idea de que las vacunas podrían estar relacionadas con muertes inesperadas.
El pánico se esparció rápidamente. En cada noticia sobre un fallecimiento repentino, usuarios en línea especulaban de inmediato sobre el estado de vacunación de la persona, reforzando la percepción de una supuesta «epidemia oculta».
Incluso se produjeron documentales para promover esta narrativa, como Died Suddenly, lanzado en plataformas como Rumble y promovido por figuras políticas como Marjorie Taylor Greene. No obstante, la falta de rigor en su investigación provocó que incluso algunos grupos antivacunas cuestionaran su credibilidad.
El peligro de la desinformación
Los expertos en salud pública advierten que la difusión de información errónea sobre vacunas tiene consecuencias reales. La desconfianza en la vacunación puede llevar a una menor cobertura inmunológica, aumentando el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles.
El caso del movimiento Died Suddenly es un recordatorio del impacto que pueden tener las redes sociales en la percepción pública de la ciencia. Ante este panorama, los profesionales de la salud instan a la población a buscar información en fuentes confiables y a no dejarse llevar por narrativas sensacionalistas que carecen de evidencia científica.