Aunque solemos culpar al frío, el calor y la humedad también pueden agravar los síntomas de quienes viven con patologías reumatológicas. En verano, las altas temperaturas, la exposición solar y la deshidratación influyen en el dolor, la rigidez y el cansancio articular.
El calor, ¿aliado o enemigo de las articulaciones?
De acuerdo con la doctora Lola Bursón, especialista en Reumatología del Hospital Quirón Salud Infanta Luisa de Sevilla, el calor moderado y seco suele ser beneficioso para personas con artrosis, ya que mejora la movilidad y reduce la rigidez.
Sin embargo, el calor extremo y la humedad alta pueden provocar fatiga, mal descanso y aumentar la percepción del dolor. Además, la deshidratación incrementa el riesgo de brotes de gota, empeora la sequedad en el síndrome de Sjögren y potencia los efectos secundarios de algunos medicamentos.
Cada patología responde de manera distinta a las temperaturas altas:
- Artrosis, espondiloartritis y artritis psoriásica: mejoran el dolor y la rigidez; el sol y el mar incluso benefician las lesiones cutáneas en la psoriasis.
- Gota: el calor y la deshidratación favorecen brotes al aumentar el ácido úrico.
- Lupus eritematoso sistémico y dermatomiositis: la radiación ultravioleta puede provocar lesiones cutáneas y brotes.
- Vasculitis: el sol agrava las lesiones en la piel, aunque no la inflamación interna.
- Síndrome de Sjögren: la sequedad ambiental empeora síntomas de mucosas.
- Esclerosis sistémica: el calor mejora el fenómeno de Raynaud, pero los cambios bruscos de temperatura pueden desencadenarlo.
Aunque no podamos controlar el clima, sí podemos adoptar medidas para reducir su impacto:
- Hidratación constante: beber agua incluso sin tener sed.
- Fotoprotección: usar protector solar, gorra y gafas, sobre todo si se toman fármacos fotosensibilizantes.
- Actividad física regular: caminar, nadar o realizar ejercicios acuáticos para mejorar movilidad y reducir dolor.
- Elegir horarios adecuados: practicar actividad física en la mañana o al atardecer, en espacios frescos y sombreados.
- Escuchar al cuerpo: descansar ante la aparición de dolor o fatiga y adaptar los esfuerzos según la tolerancia personal.
El verano no siempre significa alivio para quienes padecen enfermedades reumáticas. El calor extremo, la humedad y la deshidratación pueden agravar síntomas y complicaciones. Adoptar hábitos saludables y de autocuidado es clave para mantener las articulaciones protegidas durante la temporada estival.
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