En medio de un preocupante aumento de casos de sífilis en Estados Unidos, expertos en salud pública hacen un llamado urgente a reforzar las pruebas de detección durante el embarazo. Esta infección de transmisión sexual, aunque prevenible y tratable, puede tener consecuencias devastadoras para el feto si no se detecta a tiempo
En la última década, los casos de sífilis congénita se han disparado, registrando un alarmante aumento. En 2023 se notificaron más de 3,800 casos, frente a los 334 reportados en 2012, lo que representa la cifra más alta en más de 30 años.
Las consecuencias de esta infección pueden ser graves e incluyen aborto espontáneo, muerte fetal, parto prematuro, bajo peso al nacer y muerte neonatal. Además, los recién nacidos infectados pueden presentar deformidades óseas, anemia grave, agrandamiento del hígado y el bazo, ictericia, problemas neurológicos como ceguera o sordera, meningitis y erupciones cutáneas.
La importancia de la detección temprana
La detección y tratamiento oportunos de la sífilis durante el embarazo son esenciales para prevenir la transmisión al feto. Los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) recomiendan que todas las mujeres embarazadas se realicen una prueba de detección de sífilis en su primera visita prenatal. Dependiendo de los factores de riesgo, algunas mujeres pueden necesitar pruebas adicionales en el tercer trimestre y al momento del parto.
En caso de diagnóstico positivo, la sífilis puede tratarse eficazmente con antibióticos, generalmente penicilina. El tratamiento oportuno durante el embarazo puede prevenir la transmisión al feto y evitar complicaciones graves; sin embargo, es necesario realizar primero exámenes de sangre.
Las autoridades de salud instan a reforzar las estrategias de detección y tratamiento durante el embarazo. La educación sobre la importancia de las pruebas prenatales y las prácticas sexuales seguras son fundamentales para proteger la salud de las madres y sus bebés.
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