En el marco del Foro de Innovación Cardiovascular 2025, celebrado en el Centro de Convenciones Dr. Ramón Emeterio Betances, el cardiólogo intervencionista Héctor Martínez abordó uno de los temas más críticos en la cardiología de emergencia: el choque cardiogénico y los retos de su manejo en Puerto Rico.
“El choque cardiogénico ocurre cuando el corazón deja de bombear adecuadamente, casi siempre tras un infarto, y provoca que la presión arterial caiga a niveles que no sostienen la vida de los órganos”, explicó el especialista. “Más del 50 % de los pacientes que lo presentan pueden fallecer si no reciben atención inmediata”.
Factores de riesgo y señales de alerta
Según el Dr. Martínez, las causas más frecuentes de este cuadro son los infartos, infecciones graves, embolias pulmonares e incluso secuelas del COVID-19, como la miocarditis aguda. “El primer órgano que sufre es el cerebro, lo que se manifiesta en confusión y desorientación. Si no se actúa rápido, todos los órganos comienzan a fallar”, advirtió.
En su intervención, hizo hincapié en la necesidad de educar a la población: “En Puerto Rico tenemos el ‘efecto del vecino’. El paciente consulta primero a un amigo o familiar sobre sus síntomas y retrasa la visita al hospital. Eso es un error que puede costar vidas”.
Limitaciones en recursos hospitalarios
El cardiólogo intervencionista alertó sobre las limitaciones estructurales del sistema de salud. Actualmente, solo siete hospitales en la isla cuentan con laboratorios de cateterismo, indispensables para confirmar el diagnóstico y realizar el procedimiento que salva vidas: destapar la arteria bloqueada y restablecer el flujo sanguíneo al corazón.
“En Estados Unidos, los pacientes llegan al hospital en 20 o 30 minutos. Aquí, yo he recibido pacientes dos o tres días después del evento. Ese retraso hace la diferencia entre la vida y la muerte”, señaló Martínez.