Hombre de 42 años diagnosticado con insulinoma maligno tras convulsiones hipoglucémicas 

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La ecografía endoscópica identificó dos lesiones adicionales en el páncreas, y las biopsias indicaron la presencia de un tumor neuroendocrino maligno. Imagen de estudio

Un hombre de 42 años, sin antecedentes médicos relevantes, fue diagnosticado con insulinoma maligno tras ser ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por convulsiones inducidas por hipoglucemia. Durante dos años, había sufrido múltiples episodios convulsivos que se resolvían con la administración de glucosa, lo que llevó a su endocrinólogo a investigar la causa.

Las pruebas iniciales revelaron niveles bajos de glucosa en sangre (60 mg/dl), elevados niveles de insulina (70 mcUI/ml) y un péptido C de 5,10 ng/ml. La tomografía computarizada mostró tres masas hepáticas heterogéneas, y una resonancia magnética posterior confirmó cinco lesiones en el hígado, la mayor de hasta 3,8 cm, además de una leve atrofia en la cola del páncreas. 

La ecografía endoscópica identificó dos lesiones adicionales en el páncreas, y las biopsias indicaron la presencia de un tumor neuroendocrino maligno.

El insulinoma es el tumor neuroendocrino funcional más común del páncreas, con una incidencia de 1 a 4 casos por millón de personas, y es más prevalente en mujeres. Los síntomas incluyen convulsiones, cambios en el estado mental, palpitaciones, sudoración y amnesia de los episodios hipoglucémicos. 

El diagnóstico suele basarse en la tríada de Whipple, que confirma hipoglucemia, síntomas característicos y su resolución tras la administración de glucosa. Además, se analizan los niveles de glucosa, insulina y péptido C.

En este caso, el insulinoma ya había metastatizado al hígado, un sitio común de diseminación junto con los ganglios linfáticos regionales. Tras el diagnóstico, el paciente fue sometido a una resección del páncreas distal y del lóbulo derecho del hígado. 

Inicialmente, se le administró diazóxido para controlar la hipoglucemia, pero fue cambiado a octreotida debido a efectos secundarios como náuseas y vómitos.

Actualmente, el paciente se encuentra bajo seguimiento con endocrinólogos y hematólogos, y ha experimentado una mejora significativa tras la cirugía. 

Según las recomendaciones de la National Comprehensive Cancer Network (NCCN), es esencial realizar un seguimiento regular cada 3 a 12 meses, incluyendo exámenes físicos, marcadores tumorales y estudios de imagen, para monitorear posibles recidivas.

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