Un amplio metaanálisis publicado en la revista The Lancet confirma que los fármacos antidepresivos no tienen los mismos efectos sobre el cuerpo. La investigación, que analizó 151 ensayos clínicos y 17 informes de la FDA con un total de 58 534 participantes, revela que cada medicamento puede influir de manera diferente en parámetros como el peso, la presión arterial, la frecuencia cardíaca, el colesterol y la glucosa en sangre.
El trabajo fue liderado por Toby Pillinger, del King’s College London, y Andrea Cipriani, de la Universidad de Oxford, y constituye el estudio más exhaustivo hasta la fecha sobre los efectos fisiológicos de 30 antidepresivos.
Diferencias notables entre los medicamentos
Los resultados muestran una gran variabilidad entre fármacos. Por ejemplo, la agomelatina se asocia con una ligera pérdida de peso, mientras que maprotilina o amitriptilina tienden a incrementarlo. En contraste, medicamentos como duloxetina, venlafaxina, desvenlafaxina y paroxetina elevan los niveles de colesterol y glucosa, pese a producir pequeñas reducciones en el peso corporal.
El estudio también observó diferencias significativas en la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Algunos tratamientos reducen el pulso (hasta 8 latidos por minuto menos con fluvoxamina), mientras que otros lo aumentan (hasta 14 lpm con nortriptilina). En el caso de la presión arterial, se registraron variaciones de más de 10 mmHg entre medicamentos.
Los expertos coinciden en que estos hallazgos no deben generar alarma, sino promover una prescripción más personalizada. “Este trabajo es metodológicamente muy sólido y aporta una visión integral sobre los efectos fisiológicos de los antidepresivos”, señaló Diego Hidalgo-Mazzei, psiquiatra del Hospital Clínic de Barcelona y la Universidad de Barcelona, al Science Media Centre (SMC) España.
Hidalgo-Mazzei destacó que los resultados “tienen enorme relevancia para la práctica clínica en España, al facilitar una toma de decisiones compartida entre médico y paciente, especialmente en personas con enfermedades cardiovasculares o metabólicas”.
En la misma línea, Eduard Vieta, jefe de Psiquiatría del Hospital Clínic y catedrático de la Universidad de Barcelona, consideró que el estudio “pone números a las impresiones clínicas y ofrece un ranking cuantitativo muy práctico para actualizar guías de tratamiento”.
No obstante, advirtió que aún existen limitaciones, como la falta de datos diferenciados por sexo y la escasez de información sobre efectos adversos infrecuentes.
Efectos a largo plazo y nuevas recomendaciones
Los autores del estudio aclaran que aún no se sabe si los efectos físicos observados se mantienen o cambian con el tiempo, ya que la mayoría de los ensayos duró apenas ocho semanas. Dado que en la práctica clínica los tratamientos suelen mantenerse durante meses o años, algunos expertos advierten que los riesgos acumulados podrían ser mayores.
El doctor Prasad Nishtala, de la Universidad de Bath, subrayó que este es “el primer estudio exhaustivo que cuantifica los cambios fisiológicos tras el tratamiento con antidepresivos”, y recomendó incluir el uso de estos fármacos en las herramientas de evaluación del riesgo cardiovascular, como la calculadora británica QRISK.
Por su parte, Azeem Majeed, del Imperial College London, y Hamish McAllister-Williams, de la Universidad de Newcastle, coincidieron en que los resultados refuerzan la necesidad de controles rutinarios de salud física en los pacientes que toman antidepresivos, especialmente aquellos con enfermedades cardíacas o metabólicas preexistentes.
Hacia una prescripción más personalizada
Aunque el metaanálisis no abordó otros efectos como los cambios sexuales o emocionales ni las diferencias en eficacia, los expertos consultados destacan que el estudio fortalece la seguridad general de los antidepresivos y brinda una base científica sólida para personalizar los tratamientos.
“Este tipo de evidencia permite sopesar con mayor precisión el balance riesgo-beneficio de cada fármaco”, concluyó Hidalgo-Mazzei.
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