Presión arterial fuera de control pone a más de mil millones de personas en riesgo

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La presión arterial elevada es uno de los mayores desafíos de salud del siglo XXI, pero también una de las batallas que el mundo puede ganar —si se toman decisiones basadas en evidencia, equidad y prevención.

Más de 1.400 millones de personas en el mundo viven hoy con hipertensión arterial, según el Segundo Informe Global sobre Hipertensión publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en septiembre de 2025. La cifra impresiona no solo por su magnitud, sino porque el 80 % de los afectados no tiene su presión bajo control y la mayoría ni siquiera sabe que la padece.

La hipertensión es una de las principales causas de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, insuficiencia renal crónica y demencia. Sin embargo, sigue siendo una enfermedad silenciosa: muchas personas pueden vivir años sin síntomas, mientras el exceso de presión daña lentamente los vasos sanguíneos, el corazón, los riñones y el cerebro.

De acuerdo con el informe, solo una de cada cinco personas hipertensas logra mantener su presión dentro de los valores normales. Esto significa que más de mil millones de personas corren un alto riesgo de complicaciones graves, a pesar de que existen medicamentos económicos, seguros y efectivos.

Un problema mundial con raíces desiguales

El estudio, presentado en la 80.ª Asamblea General de las Naciones Unidas, fue elaborado por la OMS en colaboración con Bloomberg Philanthropies y Resolve to Save Lives. Analizó datos de 195 países y territorios, revelando una enorme brecha entre naciones ricas y países de ingresos bajos o medios.

Mientras el 93 % de los países de altos ingresos reporta disponibilidad general de los fármacos recomendados por la OMS, solo el 28 % de los países de bajos ingresos cuenta con acceso a todos ellos en sus farmacias o centros de salud.

Esta desigualdad no solo refleja problemas económicos: también habla de sistemas de salud frágiles, con falta de personal entrenado, protocolos poco estandarizados y cadenas de suministro poco confiables. En muchos lugares, incluso medir la presión arterial con un dispositivo validado es un desafío.

“Cada hora, más de mil personas mueren por infartos o accidentes cerebrovasculares relacionados con la hipertensión, y la mayoría de esas muertes son evitables”, advirtió el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

La presión arterial: un enemigo prevenible y tratable

La hipertensión se define clínicamente como una presión arterial sistólica igual o superior a 140 mmHg y/o diastólica igual o superior a 90 mmHg, medida en dos días diferentes. Sin embargo, la OMS advierte que niveles por debajo de ese umbral (por ejemplo, 130 mmHg) ya aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Entre los principales factores de riesgo modificables se incluyen el consumo excesivo de sal, el sobrepeso, el sedentarismo, el tabaquismo, el consumo de alcohol, el estrés y las dietas pobres en frutas y verduras. A estos se suman factores no modificables como la edad, la genética y el sexo (los hombres tienen mayor riesgo en edades medias, y las mujeres después de la menopausia).

Lo más preocupante es que, a pesar de que el tratamiento farmacológico para controlar la presión es uno de los más costo-efectivos en salud pública, millones de personas siguen sin acceso a los medicamentos básicos.

El informe de la OMS estima que los países de ingresos bajos y medios perderán alrededor de 3,7 billones de dólares entre 2011 y 2025 por enfermedades cardiovasculares relacionadas con la hipertensión —un impacto económico equivalente al 2 % de su producto interno bruto combinado.

Los países que sí lograron avances

El informe también muestra que sí es posible revertir la tendencia cuando la hipertensión se integra de forma sólida en la atención primaria de salud.

  • Bangladés aumentó el control de la hipertensión del 15 % al 56 % entre 2019 y 2025, al incluir el tratamiento de la presión alta dentro de su paquete básico de servicios esenciales.
  • Filipinas implementó a nivel nacional el programa HEARTS de la OMS, centrado en la prevención cardiovascular, con personal capacitado y seguimiento comunitario.
  • Corea del Sur logró una tasa de control del 59 % en 2022 gracias a políticas sostenidas de bajo costo en medicamentos antihipertensivos y limitación de tarifas para pacientes.

Estos ejemplos demuestran que el progreso depende menos de la riqueza del país y más de la voluntad política, la organización del sistema sanitario y la educación de la población.

“Disponemos de medicamentos seguros, eficaces y de bajo costo para controlar la presión arterial, pero demasiadas personas no pueden acceder a ellos”, señaló el Dr. Tom Frieden, presidente de Resolve to Save Lives. “Cerrar esa brecha salvará vidas y ahorrará miles de millones de dólares cada año”.

Recomendaciones y llamado global a la acción

La OMS insta a todos los países a integrar el control de la hipertensión dentro de la cobertura sanitaria universal, con tres prioridades claras:

  1. Asegurar el acceso a medicamentos esenciales: combinaciones a dosis fijas, asequibles y disponibles en todos los niveles del sistema.
  2. Fortalecer la atención primaria: capacitar a equipos médicos en diagnóstico, seguimiento y adherencia al tratamiento.
  3. Promover políticas preventivas: reducir el consumo de sal, eliminar las grasas trans, fomentar la actividad física y restringir el tabaco y el alcohol.

El organismo también subraya la importancia de la tecnología digital, como registros electrónicos y aplicaciones de salud que permitan seguimiento continuo de la presión y la adherencia al tratamiento.

Un cambio cultural para salvar millones de vidas

La hipertensión no solo es un problema médico: es también un reflejo de estilos de vida acelerados, dietas ultraprocesadas y sistemas de salud centrados en la atención de urgencias, más que en la prevención.

En palabras del informe, “la presión arterial elevada es una bomba silenciosa que podemos desactivar con medidas sencillas”.

Controlar la hipertensión no requiere grandes inversiones tecnológicas: basta con fortalecer la prevención, mejorar el acceso a fármacos y educar a la población. Si todos los países implementaran las medidas recomendadas por la OMS, se podrían evitar millones de muertes prematuras cada año y reducir el impacto económico global de esta epidemia silenciosa.

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