El prurigo por insectos es una respuesta cutánea exagerada a las picaduras de insectos, como mosquitos, zancudos, chinches y pulgas, que puede desencadenar lesiones en la piel tan intensas que incluso llegan a provocar deformidades. Esta reacción alérgica es comúnmente observada en niños de entre 1 y 7 años, afectando tanto a niñas como a niños por igual.
El cuadro clínico se caracteriza por la aparición de pápulas (elevaciones en la piel) y costras hemáticas, principalmente en las extremidades. En casos más crónicos, la piel puede llegar a presentar liquenificación, una condición en la que la piel se vuelve más gruesa y dura. Aunque en raras ocasiones, también pueden surgir cuadros graves de tipo anafiláctico.
El prurigo por insectos no está relacionado con la dieta, sino que es una reacción alérgica a las sustancias presentes en la saliva del insecto que, al entrar en contacto con la piel, inducen la aparición de ronchas de entre 3 y 10 mm que causan un intenso prurito (rasquiña).
Medidas preventivas y tratamiento
La prevención es esencial para controlar el prurigo por insectos. Es recomendable el uso de pijamas largas, mosquiteros y el uso de insecticidas en ambientes donde no estén presentes los niños.
El tratamiento médico incluye lociones antipruriginosas, antihistamínicos no sedantes y esteroides tópicos para aliviar los síntomas. Es fundamental educar a los padres sobre la naturaleza crónica de esta condición y la predisposición atópica del paciente, así como la posibilidad de brotes recurrentes. Con un manejo adecuado, se pueden mitigar los efectos de este trastorno y mejorar la calidad de vida de los afectados.
La picadura de estos insectos puede situarse entre las dermatosis más comunes en áreas urbanas, ocupando el onceavo o doceavo lugar, especialmente durante la temporada de lluvias, cuando la proliferación de mosquitos aumenta.
Generalidades
Dependiendo del tipo de insecto o animal, los daños en la piel pueden variar según las siguientes características:
- Algunos insectos, como tábanos y avispas, tienen un aparato bucal que puede causar heridas y sangrado al introducirlo en la piel.
- Otros insectos, como mosquitos, chinches y pulgas, además de causar daño mecánico al picar, introducen sustancias que facilitan la absorción de sangre, lo que provoca una reacción alérgica secundaria debido a la presencia de vasodilatadores o anticoagulantes.
- Insectos como abejas, arácnidos y alacranes inyectan sustancias alergénicas, neurotóxicas o hemolíticas.
- Algunos animales, como ciertos gusanos u orugas, no necesitan picar, ya que sus vellosidades contienen sustancias urticantes.
En las zonas tropicales, el riesgo de padecer problemas cutáneos relacionados con insectos hematófagos, como pulgas, chinches o garrapatas, es mayor, especialmente cuando hay animales domésticos parasitados en casa.
En áreas rurales, además del prurigo por insectos, también se observan casos de alacranismo, que pueden ser mortales, y durante la temporada de lluvias, es común la Trombidiasis (conocida en México como «Tlalzahuate» o «Coloradillos»). En algunas áreas remotas, aún se presentan casos de Tungiasis, una infestación por parásitos del ganado que pueden penetrar la piel humana, sobre todo en lugares donde se guardan animales en potreros anexos a las viviendas.