Durante el simposio de endocrinología y dermatología pediátrica, la dermatóloga, doctora Tania González, ofreció importantes recomendaciones sobre el diagnóstico y manejo de la dermatitis atópica severa en la población infantil.
La especialista explicó que esta condición va más allá de una simple irritación cutánea. “La dermatitis atópica es una condición en donde la piel está inflamada y se puede subclasificar entre leve, moderada y severa. Para distinguirlas evaluamos no solo la extensión en la piel, sino también la frecuencia de infecciones, el nivel de picor, el impacto en el comportamiento del paciente y cómo afecta a la familia”, señaló.
Uno de los principales signos de alerta, dijo la doctora, es la presencia de lesiones persistentes que generan complicaciones adicionales. “Hay que estar pendientes a un picor extremo, sangrado por rascado, infecciones recurrentes o cambios en el comportamiento del paciente, como estigmas en la escuela o dificultades en su entorno social”, advirtió.
En cuanto a las infecciones, la Dra. González precisó cómo diferenciarlas de los síntomas habituales. “La dermatitis atópica se presenta con piel reseca y enrojecida, pero no debería tener supuración. Si hay pus, secreciones amarillentas o fiebre, es señal de que existe una infección que necesita atención médica inmediata”, explicó.
La condición puede aparecer desde los primeros días de vida. “Un bebé, incluso desde las dos o tres semanas de nacido, puede mostrar piel reseca, roja o irritada en lugar de la piel suave que todos esperamos en un recién nacido”, apuntó la especialista.
Respecto al tratamiento, la Dra. González enfatizó que debe abordarse de manera integral. “El tratamiento más efectivo actualmente es multidisciplinario. Los mejores resultados se logran con medicamentos biológicos que bloquean las piezas claves del sistema inmunológico responsables de la inflamación”, detalló.
La doctora también recordó que el aspecto emocional es fundamental. “Es muy importante que tanto el paciente como la familia reciban apoyo psicológico, porque la condición afecta la vida social y emocional del niño y su entorno cercano”, dijo.
En su intervención, desmintió algunos mitos comunes. “Uno de los más frecuentes es pensar que la dermatitis atópica es simplemente piel reseca. Otro es creer que se cura con el tiempo. Esta es una condición crónica, que puede mejorar pero no desaparecer. Y algo esencial: no es contagiosa”, subrayó.
Así, la especialista resaltó el papel de los pediatras en la detección temprana. “Ellos son el primer eslabón, porque conocen al paciente desde que nace y pueden identificar a tiempo cuando la condición escala y necesita atención de un especialista”, afirmó.
El simposio concluyó con un llamado a fortalecer la colaboración entre pediatras, dermatólogos y familias para garantizar un diagnóstico temprano y un tratamiento integral que mejore la calidad de vida de los niños que viven con esta condición.