Psicosis por sustancias vs. psicosis primaria: ¿son realmente trastornos distintos?

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Nuevas evidencias cuestionan si la psicosis por sustancias y la primaria son realmente trastornos distintos.

Nuevas investigaciones presentadas en el Congreso de la Asociación Europea de Psiquiatría 2025 están cuestionando la separación tradicional entre la psicosis inducida por sustancias (PIS) y la psicosis primaria. Cada vez hay más evidencia clínica y biológica que sugiere que podrían tener mecanismos comunes y requerir tratamientos similares.

Uno de los principales desafíos para los profesionales de la salud mental se enfoca en cómo manejar el primer episodio psicótico (PEP) en personas que han consumido cannabis recientemente. En la práctica, se suele diferenciar una psicosis primaria, que se trata con medicación antipsicótica durante al menos un año, de una psicosis inducida, que muchas veces se aborda solo con abstinencia. Sin embargo, estudios poblacionales indican que hasta un tercio de los casos diagnosticados inicialmente como PIS por cannabis terminan desarrollando esquizofrenia. ¿Se trata de una progresión natural del cuadro o de un error en el diagnóstico inicial?

Diagnóstico, tratamiento y consecuencias clínicas

Un estudio sueco con más de 1.700 pacientes y un seguimiento promedio de ocho años, encontró que el tratamiento con antipsicóticos reduce el riesgo de recaída en un 25 %, sin importar si el diagnóstico fue PIS o psicosis primaria. Los mejores resultados se observaron con antipsicóticos inyectables de acción prolongada, pero medicamentos como la clozapina y el aripiprazol oral también mostraron beneficios importantes.

Otro estudio con pacientes que presentaron su primer episodio psicótico encontró que los antipsicóticos también redujeron las hospitalizaciones y los eventos relacionados con el consumo de sustancias. Estos resultados apoyan la idea de que el tratamiento no debería variar tanto entre los dos tipos de psicosis.

Algunos especialistas también señalan que el término “inducida por sustancias” puede ser engañoso. Implica que la causa del cuadro es exclusivamente el consumo de drogas, cuando en muchos casos no se puede demostrar una relación directa, lo que puede llevar a subestimar la gravedad del problema.

Asimismo, este debate no solo tiene implicaciones clínicas sino también implicaciones legales importantes. Por ejemplo, en países como Noruega, el diagnóstico puede influir directamente en decisiones judiciales: si una persona con psicosis comete un delito, el tipo de diagnóstico puede determinar si es enviada a prisión o a un hospital psiquiátrico.

Un mismo proceso biológico

Estos estudios también han encontrado que las personas con trastorno por consumo de cannabis y psicosis tienen niveles elevados de neuromelanina, un marcador asociado con un aumento de dopamina en áreas del cerebro relacionadas con los síntomas psicóticos. Este hallazgo sugiere que tanto la psicosis primaria como la inducida podrían compartir una vía biológica común.

Si esto es así, insistir en una separación tan estricta podría hacer que muchos pacientes no reciban el tratamiento adecuado. Aunque el consumo de cannabis es un factor importante, centrarse únicamente en él puede llevar a decisiones clínicas incompletas, como suspender prematuramente la medicación o no ofrecer seguimiento especializado.

En un contexto donde la evidencia apunta a mecanismos compartidos y resultados terapéuticos similares, tal vez sea momento de revisar cómo se clasifica y se trata los diferentes tipos de psicosis. Más allá del desencadenante, lo que debería guiar el abordaje clínico es el curso del trastorno y las necesidades individuales del paciente.

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