Un estudio clínico realizado en España aporta nueva evidencia sobre el manejo del sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) y confirma que un tratamiento integral —que combina antibióticos, dieta personalizada y suplementos— puede mejorar de forma sustancial la calidad de vida, incluso cuando las pruebas diagnósticas no muestran una normalización total de los gases.
Los investigadores evaluaron a 179 pacientes con SIBO por hidrógeno o metano, diagnosticados mediante prueba de aliento. Todos siguieron un protocolo completo supervisado por gastroenterólogos y nutricionistas: rifaximina sola o combinada con neomicina según el tipo de gas, fitoterapia estandarizada (aceite de orégano, berberina, menta piperita), una dieta baja en FODMAP personalizada y suplementos como probióticos y L-glutamina. La respuesta se midió durante tres meses con pruebas repetidas y cuestionarios validados de calidad de vida, síntomas gastrointestinales y estado emocional.
Aunque solo el 41,3 % logró normalizar la prueba de aliento, el 72,6 % reportó una mejoría clínica marcada. Los pacientes experimentaron menos dolor y distensión abdominal, mejor consistencia de las heces y un descenso significativo en diarrea o estreñimiento. La calidad de vida global mejoró en prácticamente todos los participantes, incluso en quienes no normalizaron los gases, lo que refuerza el valor de los resultados reportados por los propios pacientes.
Los cuestionarios IBS-QOL y EuroQOL-5D mostraron avances claros en salud emocional, energía física, relaciones sociales y bienestar general. También se observaron mejoras en marcadores inflamatorios en un 68 % de los pacientes, lo que respalda la utilidad biológica del enfoque integral. La normalización de las heces, además, se asoció a reducciones de hasta el 40 % en síntomas de ansiedad y depresión.
Los autores destacan que la percepción inicial de salud fue un predictor relevante de éxito, subrayando la interacción entre microbiota, dieta y bienestar emocional. El estudio, uno de los primeros en evaluar a gran escala la calidad de vida en SIBO con instrumentos validados, recalca que un abordaje holístico puede aliviar los síntomas incluso cuando las pruebas diagnósticas siguen mostrando alteraciones.
Si bien los investigadores señalan limitaciones —como la ausencia de grupo control y la dificultad para atribuir efectos a cada componente del tratamiento— los resultados apuntan a la necesidad de integrar estrategias combinadas en la práctica clínica y fomentar una mayor conciencia entre los profesionales de salud sobre el impacto real del SIBO en la vida diaria. También plantean que futuras investigaciones deberían explorar la sostenibilidad a largo plazo, las dietas personalizadas y el rol de intervenciones psicológicas para optimizar el manejo de esta condición compleja.
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