La hidradenitis supurativa (HS), una enfermedad inflamatoria crónica y debilitante de la piel, ha sido objeto de una reciente actualización científica orientada a mejorar su manejo en Atención Primaria. Esta revisión exhaustiva de la literatura busca dotar al médico de familia de herramientas prácticas y actualizadas para detectar precozmente la enfermedad, mitigar su impacto en la calidad de vida de los pacientes y optimizar los recursos disponibles en la consulta cotidiana.
Aunque la prevalencia aún no se conoce con precisión por falta de estudios multicéntricos, se estima que podría situarse entre el 0,1% y el 1%, con una incidencia de 6 casos por cada 100.000 personas/año en Estados Unidos.
La enfermedad suele manifestarse con el inicio de la pubertad y afecta con mayor frecuencia a mujeres, con un pico de actividad en la tercera y cuarta décadas de la vida.
Una patología de etiología compleja
La HS se origina por una inflamación del folículo pilosebáceo, en un contexto de predisposición genética y desequilibrio inmunológico. Se calcula que hasta un 40% de los pacientes tiene antecedentes familiares directos con la enfermedad. Factores externos como el tabaquismo, la obesidad, la fricción mecánica, alteraciones hormonales o determinados fármacos pueden desencadenar o agravar los brotes.
La teoría patogénica más aceptada vincula defectos genéticos, como mutaciones en la γ-secretasa, con alteraciones en la formación de los folículos pilosos y respuestas inmunológicas exacerbadas, caracterizadas por una sobreproducción de citocinas inflamatorias.
Impacto clínico y en la calidad de vida
Desde el punto de vista clínico, la HS se presenta con lesiones dolorosas recurrentes (nódulos, forúnculos, abscesos y fístulas) en zonas de pliegues como axilas, ingles, región mamaria o glúteos. Estas lesiones suelen dejar cicatrices visibles, algunas de tipo queloide o en forma de «puente», y se asocian con un profundo deterioro emocional, afectando significativamente la vida social, laboral y psicológica de los pacientes.
Estudios basados en el índice de calidad de vida dermatológica (DLQI) han demostrado que el impacto de la HS supera al de otras enfermedades cutáneas crónicas. El aislamiento social, el dolor, el mal olor y las dificultades para realizar actividades cotidianas son quejas comunes entre los afectados.
Recomendaciones en Atención Primaria
La actualización pone énfasis en medidas generales y tratamientos disponibles desde la consulta de Atención Primaria. Entre las recomendaciones destacan:
- Cese del tabaquismo: clave para ralentizar la progresión.
- Control del sobrepeso y síndrome metabólico: más del 75% de los pacientes presentan obesidad, asociada con una evolución más grave.
- Ropa suelta y evitar fricción: se aconseja no usar prendas ajustadas ni desodorantes irritantes.
- Apoyo psicosocial: fundamental para afrontar el aislamiento emocional.
Enfoque terapéutico escalonado
El tratamiento se estructura según la gravedad y extensión de las lesiones:
- Síntomas leves: analgésicos, bolsas de hielo y lidocaína tópica para el dolor. Resorcinol al 15 % y clindamicina tópica (0,1 %) han mostrado eficacia en estudios controlados.
- Lesiones localizadas: corticoides intralesionales como la triamcinolona.
- Brotes agudos: corticoides orales como prednisona, en pautas descendentes.
- Cirugía: indicada en casos graves o refractarios. Técnicas como la incisión y drenaje o el «deroofing» pueden realizarse incluso en consulta.
Esta actualización proporciona una guía integral para que los médicos de Atención Primaria puedan desempeñar un rol central en la detección precoz y manejo de la hidrosadenitis supurativa.
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