DNA Doe Project: Genealogía genética para devolver la identidad a los olvidados

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La genealogía genética es que ha permitido devolver la identidad a personas enterradas como “desconocidos” hace décadas, gracias a comparar su ADN con bases de datos de familiares vivos.

La genealogía genética se ha convertido en una pieza fundamental dentro de las investigaciones criminales y forenses. Gracias a esta disciplina ha sido posible resolver casos de homicidios, identificar culpables y exonerar a inocentes. Un ejemplo célebre fue la captura del “Golden State Killer”, vinculado a 13 asesinatos y múltiples agresiones sexuales entre las décadas de 1970 y 1980, cuyo ADN permitió reconstruir su genealogía.

En Italia también se empleó esta técnica en el caso de Yara Gambirasio, donde se recolectaron muestras biológicas de toda una comunidad hasta dar con la coincidencia genética que señaló a Massimo Bossetti como el responsable.

Además de su aporte en la resolución de crímenes, la genealogía genética cumple un propósito profundamente humano, dar identidad a los cuerpos sin nombre, conocidos en Estados Unidos como John y Jane Doe.

Con ese objetivo, en 2017 se fundó en California el DNA Doe Project (DDP), una organización sin fines de lucro impulsada por Margaret Press y la genealogista forense Colleen Fitzpatrick. Desde entonces, más de 60 expertos voluntarios han logrado resolver más de 65 casos hasta 2021, brindando paz a familias que llevaban años sin respuestas.

Cómo funciona la búsqueda de identidades

El DDP trabaja principalmente con la base de datos GEDmatch, una plataforma que integra información genética de servicios como Ancestry, 23&Me y MyHeritage. Allí se utilizan pruebas de ADN autosómico, capaces de identificar relaciones familiares y estimar orígenes étnicos.

El proceso comienza con el ingreso del perfil genético de una persona sin identificar. Los investigadores buscan coincidencias, mínimo 20 centimorgans compartidos, que en la mayoría de los casos, corresponden a primos lejanos con ancestros comunes del siglo XIX o incluso anteriores.A partir de esas coincidencias, los genealogistas reconstruyen árboles familiares valiéndose de registros civiles, artículos periodísticos, redes sociales y obituarios.

Un caso emblemático, la verdadera identidad de Joseph Newton Chandler

El primer gran logro del DDP ocurrió en 2018. En 2002, un hombre llamado Joseph Newton Chandler III se había suicidado en Cleveland. Sin embargo, se descubrió que la identidad correspondía a un niño fallecido en 1945.

Gracias a un análisis genético, se pudo vincular al hombre con la familia Nichols y, finalmente, confirmar que se trataba de Robert Ivan Nichols, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que había abandonado a su esposa e hijos en 1964. Tras décadas de incógnitas, su familia pudo conocer la verdad.

No todos los casos llegan a buen término. A veces, las muestras de ADN son insuficientes o están dañadas; además, ciertas poblaciones como afroamericanos, asiático-americanos y nativos americanos están subrepresentadas en las bases de datos genéticas, lo que dificulta la identificación.

A ello se suman historias familiares complejas, con registros fragmentados o inconsistentes, que pueden retrasar significativamente las investigaciones.

Pese a los obstáculos, la genealogía genética aplicada en proyectos como el DDP demuestra su valor no solo científico y forense, sino también humano, garantizar que ninguna identidad quede perdida y que las historias de los olvidados encuentren un cierre digno.

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