Autores:
Ricardo J. Fernández-de Thomas, MD
Neurocirujano Sub-especialidad en Cirugía Compleja de Columna Vertebral, Mínimamente Invasiva, Robótica y Deformidad
Humberto A. Cruz Esparra, PsyD, MPsy
Especialista en Medicina Conductual y Perioperativa Director Clínico – Hospital Menonita CIMA
El dolor de espalda y las enfermedades de la columna vertebral son una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Aunque solemos asociarlas únicamente a un problema físico, cada vez más investigaciones demuestran que el dolor crónico no puede entenderse ni tratarse sin considerar sus componentes psicológicos y sociales (Bulathwatta et al., 2025; Kasza et al., 2025).
En la consulta diaria vemos pacientes con hernias discales, estenosis lumbar o incluso paraplejia tras un traumatismo severo. Más allá de las limitaciones motoras, muchos enfrentan ansiedad, depresión o aislamiento social. El dolor persistente se convierte en un círculo vicioso: el malestar físico aumenta el estrés y la tristeza, y estos a su vez intensifican la percepción del dolor (Kasza et al., 2025).
Durante los últimos meses del año, estas dificultades suelen acentuarse. Las festividades pueden ser un recordatorio de pérdidas, soledad o falta de apoyo familiar. En pacientes con limitaciones funcionales, la sensación de “no poder hacer lo que antes hacía” puede convertirse en un detonante de tristeza profunda. Reconocer estos factores emocionales es tan importante como diagnosticar una hernia discal
en una resonancia magnética.
El enfoque multidisciplinario es la clave. La cirugía y la fisioterapia ayudan a aliviar la compresión nerviosa y mejorar la movilidad, pero integrar la medicina conductual ofrece al paciente herramientas para manejar la ansiedad, la frustración y los cambios de vida. Intervenciones como la terapia cognitivo-conductual, técnicas de relajación, mindfulness y programas de apoyo psicosocial han demostrado reducir el dolor percibido y mejorar la calidad de vida (Bulathwatta et al., 2025; Kasza et al., 2025; Diez et al., 2022; Ho et al., 2022).
En Puerto Rico, avanzar hacia este modelo integrado es fundamental. Los equipos de neurocirugía, fisioterapia y psicología del dolor deben trabajar de la mano para diseñar planes personalizados que contemplen tanto el cuerpo como la mente. No se trata de elegir entre operar o dar terapia psicológica: se trata de ofrecer un tratamiento completo que devuelva al paciente la esperanza de una vida activa y significativa.
El mensaje para este cierre de año es claro: el dolor de espalda no es solo físico. Es también emocional, social y existencial. Atenderlo con una mirada amplia y compasiva nos permite acompañar mejor a nuestros pacientes, especialmente en momentos donde la soledad y la tristeza pueden pesar tanto como la enfermedad misma.
Referencias
● Bulathwatta, D. T., et al. (2025). Biopsychosocial Strategies for Alleviating Low Back Pain in Late
Mothers: A Systematic Review. Healthcare, 13, 1237.
● Kasza, B. B., et al. (2025). Investigating the impact of perceived stress and anxiety on nonspecific
low back pain among future health care professionals in Hungary: a cross-sectional study.
Frontiers in Psychology, 16, 1463414.
● Diez, G. G., et al. (2022). The effect of mindfulness on the inflammatory, psychological and
biomechanical domains of adult patients with chronic low back pain: a randomized controlled
clinical trial. PLoS ONE, 17(11), e0276734.
● Ho, E. K. Y., et al. (2022). Psychological interventions for chronic, non-specific low back pain: a
network meta-analysis of 97 randomized controlled trials involving 13,136 participants. BMJ, 376,
e067718.









