El regreso de la fiebre amarilla a Colombia ha puesto en alerta a las autoridades de salud y a la población en general. A pesar de ser una enfermedad que parecía bajo control en años anteriores, el aumento de casos ha generado preocupaciones sobre su propagación y las medidas de prevención.
En los últimos meses, se ha experimentado un repunte en los casos de fiebre amarilla, especialmente en las regiones selváticas del país. Según el Dr. Andrés Torres Vargas, médico cirujano, epidemiólogo e infectólogo, el principal factor detrás de este aumento es la creciente interacción entre la población y los hábitats naturales de los mosquitos que transmiten el virus. “El cambio climático, el desplazamiento de personas hacia áreas rurales y la deforestación contribuyen a un aumento en el riesgo de que el virus se propague”, explica el experto.
La fiebre amarilla y su transmisión
El virus de la fiebre amarilla se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados, principalmente de la especie Aedes aegypti, el mismo que transmite el dengue y el zika. El Dr. Torres señala que, aunque la fiebre amarilla puede ser mortal si no se detecta a tiempo, la vacuna sigue siendo la principal herramienta para prevenirla. «La vacunación es la forma más eficaz de protección. En zonas de riesgo, la inmunización es clave para evitar brotes masivos», agrega.
La fiebre amarilla puede comenzar con síntomas como: fiebre alta, dolor de cabeza intenso, dolores musculares, especialmente en la espalda, náuseas, vómito, fatiga y debilidad. En algunos casos, la enfermedad puede evolucionar a una fase más grave, caracterizada por ictericia (coloración amarilla de la piel y ojos), hemorragias y daño a órganos vitales como el hígado y los riñones.
Es importante aclarar que, el control de la fiebre amarilla requiere una respuesta integrada entre las autoridades sanitarias y las comunidades locales. En primer lugar, el Dr. Torres destaca la importancia de la vigilancia epidemiológica y la promoción de la vacunación en las zonas más afectadas. También la eliminación de criaderos de mosquitos y el uso de repelentes son medidas clave para prevenir el contagio.
No todas las personas pueden recibir la vacuna
Aunque la vacuna es segura para la mayoría de las personas, existen excepciones. El Dr. Torres advierte que no deben vacunarse los menores de 6 meses de edad, las mujeres embarazadas, las personas con alergia severa a componentes de la vacuna (como proteínas de huevo) y aquellas con sistemas inmunitarios debilitados, como pacientes con VIH avanzado o personas en tratamiento con quimioterapia.
En cuanto al tratamiento, el Dr. Torres indica que no existe un tratamiento antiviral específico para la fiebre amarilla. El tratamiento se basa en aliviar los síntomas, y en casos graves, puede ser necesario hospitalización para controlar las complicaciones.Es crucial que la comunidad siga las recomendaciones de las autoridades sanitarias y se vacune en las áreas de riesgo. La fiebre amarilla es una enfermedad prevenible, y con las medidas adecuadas, es posible evitar nuevos brotes que pongan en riesgo la salud de la población.