La enfermedad arterial periférica (EAP) es una patología común, caracterizada por la obstrucción de las arterias periféricas debido a la aterosclerosis, lo que provoca una disminución del flujo sanguíneo a las extremidades.
Esta condición puede presentarse de manera asintomática o manifestarse con síntomas como claudicación intermitente, dolor en reposo, o pérdida tisular. Los factores de riesgo incluyen hipertensión, tabaquismo, dislipidemias, diabetes y síndrome metabólico.
La aterosclerosis, la principal causa de EAP, se debe a la acumulación de lípidos y tejido fibroso en las paredes arteriales. Este proceso comienza con la disfunción endotelial, donde la pérdida de la acción vasodilatadora y antiinflamatoria del óxido nítrico, junto con la inflamación. La calcificación subsecuente del ateroma puede llevar a un estrechamiento progresivo de las arterias, resultando en insuficiencia arterial en las extremidades inferiores.
La prevalencia global de la EAP varía entre el 3% y el 12%, con un incremento significativo en personas mayores de 60 años. Es más común en hombres y en poblaciones de bajos recursos. Estudios como NHANES en Estados Unidos revelan una alta prevalencia de EAP en personas mayores, con una fuerte correlación con factores de riesgo cardiovascular.
Diagnóstico
El diagnóstico de la EAP se basa en una historia clínica detallada, un examen físico exhaustivo, y la medición del índice tobillo-brazo. Las pruebas adicionales como dúplex, tomografía computarizada y resonancia magnética pueden ser necesarias para confirmar el diagnóstico y planificar el tratamiento.
El tratamiento de la EAP depende del estadio de la enfermedad y se enfoca en aliviar los síntomas y reducir el riesgo de progresión de la enfermedad cardiovascular. Las intervenciones incluyen:
- Modificación del estilo de vida: El cese del tabaquismo, el ejercicio regular, y la adopción de una dieta saludable son fundamentales. La actividad física mejora la capacidad para caminar en pacientes con claudicación, mientras que la pérdida de peso y el control de la diabetes son cruciales para manejar la EAP.
- Tratamiento médico: El uso de estatinas para controlar la dislipidemia es esencial, y las terapias antitrombóticas, como la aspirina o el clopidogrel, son recomendadas para prevenir complicaciones cardiovasculares. El cilostazol puede mejorar la tolerancia al ejercicio en pacientes con claudicación, aunque su uso está limitado por efectos secundarios.
- Revascularización: En casos severos, la revascularización quirúrgica o endovascular puede ser necesaria para aliviar el dolor, curar heridas y preservar la función de las extremidades. Sin embargo, estos procedimientos conllevan riesgos y no garantizan la ausencia de reestenosis.
La EAP es una condición común con un manejo complejo que requiere un enfoque multidisciplinario. La prevención y el tratamiento temprano son esenciales para evitar complicaciones graves y mejorar la calidad de vida de los pacientes. La revisión bibliográfica del estudio destaca la importancia de la detección precoz y el manejo integral de los factores de riesgo para reducir la carga de la enfermedad en la población.