En la actualidad, el enfoque en el tratamiento del cáncer ha evolucionado significativamente. “Hoy en día no solo queremos eliminar el cáncer para erradicarlo, sino que también buscamos curarlo y mantener una buena calidad de vida”, así lo aseguró el Dr. Gilberto Ruiz Deyá, urólogo en el Centro Médico Episcopal San Lucas.
El Dr. Ruiz explicó que, gracias a los avances en la medicina, ahora existen opciones mínimamente invasivas que han mejorado notablemente los resultados para los pacientes. Un ejemplo es la radiación, que presenta menos efectos secundarios en comparación con el pasado.
El cáncer de próstata tiene varios factores de riesgo, según menciona el urólogo, quien agrega que la genética juega un papel clave. “A diario, nuestro ADN sufre millones de cambios. Si alguno se daña, nuestro sistema lo detecta y lo repara o destruye. Sin embargo, si ese ADN dañado no es reparado, crece de manera desordenada, lo que da lugar al cáncer de próstata”, señaló.
El especialista subrayó un aspecto esencial: entender la anatomía y función de la próstata. “La próstata es una glándula del tamaño de una avellana al nacer, que produce proteínas necesarias para licuar el semen durante la eyaculación”, explicó.
En cuanto a la detección, el Dr. Ruiz enfatizó la importancia del PSA (antígeno prostático específico) y el examen rectal. Un nivel elevado de PSA o una irregularidad detectada en el examen físico son señales para realizar un diagnóstico más profundo. En algunos casos, especialmente en pacientes jóvenes, se recomienda una resonancia magnética (MRI) multiparamétrica para identificar lesiones sospechosas y guiar la biopsia.
Durante el procedimiento de biopsia, se emplea un sonograma a través del recto para visualizar la próstata, y se administra anestesia local junto con antibióticos para prevenir infecciones, las cuales, aunque son poco comunes, tienen una incidencia aproximada del 4%.
Con la anestesia aplicada, se utiliza una aguja especial para extraer muestras de tejido prostático. En pacientes de riesgo moderado o alto, es fundamental descartar la presencia de cáncer en otras áreas del cuerpo tras la biopsia. Si el tumor es de alto grado, pueden ser necesarios estudios adicionales como una tomografía computarizada (CT), un MRI o una gammagrafía ósea (bone scan) para evaluar la posible diseminación de la enfermedad.
Para aquellos con un PSA elevado, existe mayor riesgo de metástasis ósea, lo que justifica la realización de un PET scan. En casos donde el PSA es particularmente alto, se puede emplear un PSMA PET scan, una técnica avanzada que detecta la presencia de enfermedad en otras partes del cuerpo más allá de la próstata. Sin embargo, en pacientes de bajo riesgo, no suelen ser necesarios estos estudios y se procede directamente con el tratamiento recomendado.
El Dr. Ruiz afirmó que, entre las opciones de tratamiento, la cirugía sigue siendo fundamental, clasificándose en tres tipos principales. La primera es la cirugía convencional, realizada mediante una incisión debajo del ombligo, que ofrece excelente control sobre el cáncer.
Otra opción es la prostatectomía perineal, una cirugía que se realiza a través de una incisión debajo del escroto, destacada por su capacidad de preservar los nervios, aunque puede ser más compleja en casos de próstata agrandada.
Por último, la laparoscopía ha evolucionado hacia técnicas tridimensionales y el uso de robots, lo que permite a los cirujanos operar con mayor precisión y menos invasión. Este enfoque no solo reduce el sangrado, sino que acelera la recuperación y minimiza los efectos secundarios.
Es importante desmitificar algunos mitos sobre la urología. Muchas personas creen que los urólogos solo tratan a hombres, pero no es así. Las mujeres también pueden sufrir de cáncer en la vejiga, riñones y otros órganos. Tanto hombres como mujeres deben someterse a exámenes regulares, como el examen rectal y la prueba de PSA, especialmente si tienen una expectativa de vida superior a diez años.
La detección temprana puede salvar vidas, y es crucial romper los tabúes culturales en torno a estos temas. Aunque la presencia de sangre en la orina puede ser común, siempre es recomendable consultar a un médico para descartar problemas graves como cáncer de riñón o vejiga.
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