En los últimos años, los microplásticos han captado la atención de investigadores y profesionales de la salud debido a su presencia alarmante en el medio ambiente y, peor aún, ahora en nuestros cuerpos. Y aunque su impacto en la salud humana aún no se comprende del todo, los hallazgos recientes abren la puerta a nuevas preguntas y preocupaciones.
De hecho, se habían encontrado microplásticos en los pulmones, el hígado, la sangre y el corazón. Sin embargo, investigadores informan haber hallado, por primera vez, evidencia de estas sustancias en cerebros humanos.
Cerebros con microplásticos como el polipropileno de un tamaño menor a 5 mm
En un reciente estudio de serie de casos que examinó tejido del bulbo olfatorio de individuos fallecidos, 8 de los 15 cerebros analizados mostraron la presencia de microplásticos, siendo el polipropileno el más común. Este tipo de plástico se utiliza típicamente en envases de alimentos y botellas de agua.
Con un tamaño menor a 5 mm, los microplásticos se forman con el tiempo a medida que los materiales plásticos se degradan, pero no se biodegradan. La exposición a estas sustancias puede ocurrir a través de los alimentos, el aire y la absorción a través de la piel.
¿Cómo realmente pueden llegan los microplásticos a nuestro cerebro?
Un estudio reciente ha señalado que la inhalación podría ser una ruta de entrada importante de microplásticos al organismo, además de la ingesta de alimentos y agua contaminados. Aunque la posibilidad de otras vías de contaminación está aún sobre la mesa, pues se requieren más investigaciones para confirmar si realmente los microplásticos entran al cuerpo humano a través de la nariz y alcanzan tejidos tan internos y protegidos como el cerebro.
¿Dónde se acumulan los microplásticos en los humanos?
Un aspecto clave que intriga a los científicos es cómo se distribuyen los microplásticos en el cuerpo. La Dra. Jane Stapleton, experta en toxicología ambiental, menciona que sería especialmente interesante descubrir si existen tejidos donde estas partículas no se acumulan. “Un hallazgo así sería emocionante, porque significaría que ese tejido tiene mecanismos de protección, y podríamos aprender de ellos para evitar la acumulación de microplásticos en otras partes del cuerpo”, señala Stapleton.
Por ahora, sabemos que los microplásticos se han encontrado en diversos tejidos humanos, pero no está claro si estos materiales están causando daño directo o si simplemente están allí sin generar un impacto significativo.
¿Cuáles son los posibles riesgos para la salud de los microplásticos?
Comprender los efectos adversos de los microplásticos es la próxima gran pregunta en esta línea de investigación. Según la Dra. Ana Mauad, experta en patología, todavía falta mucho por entender sobre las toxicidades específicas, o incluso la falta de ellas, en los tejidos donde se encuentran estos materiales.
“La idea de que los microplásticos están en nuestros tejidos no es agradable, pero aún no entendemos realmente qué están haciendo allí”, comenta Mauad. Determinar si estas partículas interfieren con las funciones normales del cuerpo o si son completamente inofensivas es un paso crucial para evaluar el riesgo real que representan.
¿Qué sigue para nosotros y cómo actuar ante los microplásticos?
Los investigadores coinciden en que es fundamental realizar más estudios para despejar las dudas actuales. Esto incluye no solo confirmar las rutas de entrada y los patrones de acumulación de microplásticos, sino también evaluar de manera precisa los efectos sobre la salud humana. Por ahora, podemos tomar medidas preventivas para minimizar nuestra exposición a estas partículas. Reducir el uso de plásticos desechables, optar por agua filtrada y ventilar adecuadamente los espacios cerrados son pequeñas acciones que pueden marcar una diferencia en nuestro entorno y, potencialmente, en nuestra salud.
Aunque queda mucho por aprender, este campo de investigación promete ofrecer respuestas que podrían ayudarnos a proteger mejor nuestra salud frente a esta creciente amenaza ambiental.