Un equipo médico del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Puerto Rico ha documentado un inusual y grave caso de aneurisma micótico cerebral como complicación de una endocarditis infecciosa (EI) en un paciente pediátrico.
El caso, presentado bajo el título «Expectativas Rotas: Desenmascarando un Aneurisma Micótico Cerebral en Endocarditis Pediátrica», fue atendido por los doctores Cristina Tavera, Luis Berríos, Inés Esquilín, Zoé Rodríguez y Sanet Torres en el Hospital Pediátrico Universitario.
La endocarditis infecciosa en la niñez es poco común, con una incidencia estimada de apenas 0.43 a 0.69 casos por cada 100,000 niños anualmente. Sin embargo, puede tener consecuencias catastróficas cuando se complica con la formación de aneurismas micóticos, como ocurrió en este caso.
Detalles del caso: evolución y complicaciones
El paciente, un niño de 13 años con diagnóstico previo de Epidermólisis Bullosa, fue admitido en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (PICU) tras presentar fiebre, vómitos, y deterioro general. A los pocos días, comenzó a mostrar síntomas neurológicos alarmantes como disminución del estado de conciencia, dificultad respiratoria y alteraciones pupilares, lo que llevó a una investigación más profunda.
Una serie de pruebas diagnósticas —incluyendo un ecocardiograma, cultivos positivos para Staphylococcus aureus sensible a meticilina, y una angiografía por sustracción digital (ASD)— revelaron la presencia de un aneurisma micótico multilobulado en la rama M2 de la arteria cerebral media derecha.
Pese a ajustes en la terapia antibiótica y una rápida intervención quirúrgica de emergencia, el paciente desarrolló una hemorragia subaracnoidea, un hematoma cerebral y posteriormente múltiples accidentes cerebrovasculares isquémicos.
Tratamiento intensivo y resultados
El abordaje terapéutico incluyó intubación, craneotomía de emergencia, clipaje del aneurisma, drenaje ventricular externo y una derivación ventriculoperitoneal. A pesar de un manejo multidisciplinario y terapia antimicrobiana prolongada, el paciente sufrió secuelas neurológicas severas, incluyendo hemiparesia izquierda, y complicaciones infecciosas adicionales como fungemia.
El caso expuesto por los médicos resalta la agresividad clínica con la que puede evolucionar una endocarditis pediátrica y la necesidad de una alta sospecha diagnóstica ante nuevos síntomas neurológicos.
“Destaca la importancia crítica de mantener una alta sospecha clínica, iniciar imágenes neurológicas tempranas ante nuevos síntomas neurológicos y contar con un equipo multidisciplinario para una intervención oportuna”, mencionan los autores.