La esquizofrenia, una de las condiciones de salud mental más complejas y estigmatizadas, continúa representando un gran desafío para pacientes, familias y profesionales de la salud. Sin embargo, un nuevo enfoque terapéutico, basado en una comprensión más profunda de la biología del trastorno, está marcando un antes y un después en su manejo clínico. Así lo aseguró el psiquiatra y director médico del Hospital San Juan Capestrano, el Dr. William Lugo, durante la convención del centro de salud.
“Es una enfermedad devastadora si no se trata a tiempo. Puede interferir completamente con la funcionalidad de una persona. Pero hoy contamos con herramientas nuevas y más efectivas para prevenir recaídas, reducir síntomas y, sobre todo, mejorar la calidad de vida del paciente”, explicó Lugo, quien ha trabajado con pacientes esquizofrénicos durante más de 15 años.
En Puerto Rico, entre un 5% y 6% de la población vive con esta condición, que suele diagnosticarse en la adolescencia o adultez temprana en el caso de los hombres, y después de los 40 años en las mujeres. Su diagnóstico, sin embargo, rara vez es inmediato. “El primer brote psicótico suele ser el punto de quiebre donde finalmente se reconoce el cuadro clínico, pero ya desde antes pueden haber señales de alerta: retraimiento, pérdida de motivación, pensamiento mágico, deterioro académico o laboral”, detalló el psiquiatra.
Lugo recalcó que los síntomas iniciales pueden confundirse con otras condiciones como depresión, TDAH o trastornos del espectro autista, lo que retrasa el inicio del tratamiento y aumenta el riesgo de deterioro neurológico. “Cada episodio psicótico no tratado implica pérdida de conexiones neuronales. Por eso insistimos en la importancia del diagnóstico temprano y la intervención oportuna”.
Entre los factores de riesgo más comunes están la predisposición genética, la historia de traumas emocionales y el consumo de sustancias. En mujeres, también se ha observado una relación con cambios hormonales importantes, como la menopausia. “Una persona puede tener la vulnerabilidad genética, pero algo tiene que detonar el primer episodio: el trauma, el estrés extremo, la droga. Una vez se activa, hay que actuar rápido”, añadió.
El principal avance que ha cambiado las reglas del juego en el tratamiento de la esquizofrenia es el desarrollo de medicamentos que actúan sobre los receptores muscarínicos, en lugar de enfocarse únicamente en la dopamina, como hacían los antipsicóticos tradicionales. “Estos nuevos tratamientos ofrecen una mejor regulación de los neurotransmisores y reducen considerablemente los efectos secundarios motores y metabólicos. También abordan síntomas que antes eran muy difíciles de tratar, como el embotamiento emocional o los problemas cognitivos”, dijo Lugo.
Además del tratamiento farmacológico, el enfoque integral también incluye terapias psicosociales, intervenciones familiares, estrategias de rehabilitación y herramientas educativas. “No se trata solo de controlar los síntomas. Queremos que el paciente tenga herramientas para reintegrarse a la vida: socializar, estudiar, trabajar, participar”, subrayó.
El Dr. Lugo también enfatizó el valor de los medicamentos inyectables de larga duración, especialmente en casos donde hay dificultades para la adherencia. “Cuando un paciente deja de tomar su medicamento por olvido, miedo o desconfianza, aumentan las probabilidades de recaída. Los inyectables mensuales o trimestrales ofrecen estabilidad y tranquilidad tanto para el paciente como para su familia”.
En su mensaje final, el especialista hizo un llamado a la empatía, la educación y la acción comunitaria: “La esquizofrenia no es una condena. Con tratamiento adecuado y apoyo, las personas pueden vivir con dignidad, propósito y autonomía. Es importante que médicos primarios, familiares y la comunidad sepan identificar las señales y acompañen al paciente en su proceso”.
Desde el Hospital San Juan Capestrano, el equipo clínico continúa desarrollando iniciativas de educación y apoyo para familiares, profesionales y pacientes. “El estigma solo se combate con información. Y la esperanza, con acceso a tratamiento”.