Papel de las enfermeras es clave en la recuperación emocional tras ACV, según estudio

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La Asociación Estadounidense de Accidentes Cerebrovasculares destaca el papel fundamental que desempeñan las enfermeras en la atención psicosocial de los pacientes que superan esta difícil experiencia. Imagen de archivo

En un contexto donde los accidentes cerebrovasculares continúan siendo la segunda causa de muerte a nivel mundial y una de las principales fuentes de discapacidad, un nuevo informe de la Asociación Estadounidense de Accidentes Cerebrovasculares destaca el papel fundamental que desempeñan las enfermeras en la atención psicosocial de los pacientes que superan esta difícil experiencia. 

La declaración científica, titulada «El papel de la enfermería en el manejo de la salud psicosocial después de un accidente cerebrovascular», fue publicada recientemente en la revista de la Asociación y pone de manifiesto la importancia de la detección regular de problemas de salud emocional y social en la recuperación de los sobrevivientes.

La detección temprana de síntomas como depresión, ansiedad, estrés y fatiga es esencial, ya que se estima que entre el 16% y el 85% de los supervivientes experimentan algún tipo de problema psicosocial durante su proceso de recuperación. Según Patricia A. Zrelak, presidenta del grupo de redacción de la declaración científica, «el estigma suele rodear las discusiones sobre la salud psicosocial. Por lo tanto, es fundamental que las enfermeras y todos los profesionales de la salud creen un entorno seguro y terapéutico para los pacientes».

El estudio revisa la evidencia publicada entre 2018 y 2023 y aborda cinco factores clave que afectan la salud emocional y social: la depresión, el estrés, la ansiedad, la fatiga y la calidad de vida. La declaración proporciona una guía para que las enfermeras puedan manejar estas condiciones y mejorar así la atención al paciente.

La depresión, que afecta a aproximadamente el 30% de los sobrevivientes, puede intensificarse durante los primeros tres meses tras el accidente cerebrovascular, complicando aún más la recuperación cognitiva y funcional. Por su parte, el estrés y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) impactan a uno de cada seis pacientes, lo que destaca la necesidad de una evaluación continua desde el hospital hasta la rehabilitación.

En cuanto a la ansiedad, su prevalencia aumenta con el tiempo, afectando a hasta el 34% de los supervivientes a cinco años del episodio. La identificación temprana y el tratamiento adecuado son cruciales para la recuperación, y las enfermeras están en una posición privilegiada para educar a los pacientes y sus familias sobre los síntomas y las opciones de tratamiento.

La fatiga, un síntoma común en los primeros seis meses tras el accidente, y la calidad de vida de los pacientes también se ven comprometidas, lo que resalta la necesidad de intervenciones que promuevan la actividad física y el apoyo social. Actividades como el yoga y el tai chi han demostrado ser beneficiosas para mejorar la calidad de vida.

Además, la declaración científica pone de relieve las desigualdades en la atención médica que enfrentan diferentes grupos raciales y étnicos, sugiriendo que factores como el racismo estructural y el acceso limitado a servicios de salud pueden influir en la recuperación de los sobrevivientes.

Zrelak concluyó enfatizando que «el bienestar mental y emocional es crucial para la recuperación», y que las enfermeras juegan un papel vital en la identificación y manejo de las condiciones psicosociales que pueden surgir tras un accidente cerebrovascular.

Esta declaración científica, elaborada por un grupo de expertos, no sólo busca aumentar la conciencia sobre la salud psicosocial en la recuperación de accidentes cerebrovasculares, sino también proporcionar un marco para futuras investigaciones y mejores prácticas en el cuidado de estos pacientes.

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