Lubbock, Texas, el brote de sarampión más grave en Estados Unidos en los últimos cinco años ha encendido las alarmas en el suroeste del país, especialmente en Texas, donde pediatras y autoridades de salud pública enfrentan este desafío. Sin embargo, gracias a los esfuerzos coordinados de vacunación y concienciación comunitaria, los casos parecen estar disminuyendo.
Una enfermedad prevenible que regresa
Durante más de 30 años, la Dra. Tammy Camp, pediatra en Lubbock, Texas, nunca había atendido un caso de sarampión. Ahora, su clínica recibe a madres angustiadas con bebés recién nacidos que todavía no son aptos para recibir la vacuna MMR (sarampión, paperas y rubéola), mientras crece el temor por el avance del brote originado en el condado de Gaines, a unos 145 kilómetros de distancia.
«Estamos viendo a nuestros residentes y profesores enfrentar el dolor de ver a niños sufrir por una enfermedad completamente prevenible», afirmó Camp en una reciente actualización de la Academia Nacional de Medicina.
Cifras alarmantes a nivel nacional
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hasta finales de mayo se han confirmado 1,046 casos de sarampión en 30 estados y tres muertes. Desde el año 2000, solo en 2019 se habían reportado más casos.
La disminución en la cobertura de vacunación es parte importante de esta problemática. En el año escolar 2023-2024, sólo el 92.7 % de los estudiantes de jardín de infantes en EE.UU. recibió la vacuna MMR, lejos del 95 % necesario para prevenir la transmisión, según explicó la Dra. Yvonne “Bonnie” Maldonado, experta en enfermedades infecciosas en la Universidad de Stanford.
“El sarampión es uno de los virus más contagiosos que existen, con un número de reproducción (R0) de 12 a 15. Es imperativo mantener altos niveles de inmunización comunitaria”, agregó.
Una respuesta local contundente
En Lubbock, el Departamento de Salud Pública lidera la respuesta con un enfoque intensivo de vigilancia, rastreo de contactos y campañas de vacunación dirigidas. “Eliminamos barreras y movilizamos equipos a comunidades con baja cobertura vacunal”, explicó Tiffany Torres, directora de vigilancia y epidemiología.
Dando atención especial en guarderías, donde muchos bebés no pueden recibir la vacuna aún. “Nuestra meta es proteger a los más vulnerables antes de que el virus se propague más”, agregó Torres.
Combatiendo la desinformación y generando confianza
El brote también ha puesto en el radar el impacto del movimiento antivacunas. Para contrarrestarlo, expertos como la Dra. Heidi Larson, fundadora del Vaccine Confidence Project, insisten en cambiar el enfoque del mensaje. “La palabra ‘protección’ y la idea de responsabilidad compartida generan más resonancia que hablar de ‘obligación’”, señaló.
Durante la pandemia de COVID-19, Larson y su equipo colaboraron con plataformas como YouTube para campañas centradas en el retorno a la normalidad, bajo el lema “volver a lo que amas”. En este contexto, la confianza en líderes comunitarios y religiosos ha sido clave: “Las personas tienden a confiar más en sus amigos y familia que en los científicos”, enfatizó.
El brote no ha terminado
Aunque los casos parecen estar bajando, las autoridades advierten que la amenaza persiste y continua. “No creemos que este brote haya terminado todavía”, advirtió Torres.
El caso del sarampión en 2025 no solo es un llamado de atención sobre las consecuencias de bajar la guardia en vacunación, sino también un recordatorio de que la salud pública se construye con ciencia, confianza y comunidad.