Muchas veces, sin pensarlo demasiado, tomamos decisiones prácticas con nuestros medicamentos: partir una pastilla que parece muy grande, machacarla para mezclarla con agua o comida, o tomarla a una hora más conveniente para nosotros. Aunque estas acciones parecen inocuas, pueden tener efectos muy negativos en la eficacia del tratamiento e incluso generar riesgos para la salud.
Uno de los errores más frecuentes es partir o triturar pastillas sin consultar con un profesional de salud. Este acto tan común puede alterar la forma en la que el medicamento actúa en el cuerpo. Algunos comprimidos están diseñados específicamente para liberar el fármaco de manera controlada o en una parte específica del sistema digestivo. Romper esa estructura puede desactivar el medicamento antes de que llegue a su destino o liberar la dosis completa de golpe, lo que puede provocar efectos secundarios serios.
El doctor Fernando Fabiani, médico de familia y divulgador de temas de salud, ha advertido sobre este tema en múltiples ocasiones, señalando que no todas las pastillas están diseñadas para partirse, y hacerlo sin la debida información puede arruinar por completo la intención terapéutica del tratamiento.
¿Por qué algunas pastillas no deben partirse?
Algunos medicamentos vienen con un recubrimiento especial, como una película entérica (resistente al ácido gástrico), que impide que el principio activo se degrade en el estómago y asegura que llegue intacto al intestino delgado, donde debe ser absorbido. Si partimos o machacamos esa pastilla, ese escudo protector se destruye y el medicamento puede ser absorbido en el lugar equivocado, perder su efecto o incluso dañar la mucosa gástrica.
Además, están las pastillas de liberación prolongada o modificada, que están formuladas para liberar la sustancia activa poco a poco durante varias horas. Al partir una de estas tabletas, se pierde esa liberación gradual, lo que puede provocar una “sobredosis puntual” del fármaco. Este efecto inesperado puede causar desde malestares leves hasta reacciones adversas graves, especialmente en pacientes mayores o con condiciones crónicas.
Por ejemplo, algunos medicamentos gastrointestinales tienen capas diseñadas para disolverse sólo en el intestino. Si esa barrera se rompe prematuramente, el medicamento no solo perderá su eficacia, sino que también puede irritar el estómago.
¿Cómo saber si se puede partir una pastilla?
En general, si una pastilla tiene una línea de ranura en el centro, podría estar diseñada para ser partida. Aun así, esto no es una regla absoluta. Algunos medicamentos tienen esa línea sólo por motivos de diseño, y partirlos puede ser igualmente perjudicial. Por eso, lo más seguro siempre es consultar al médico o al farmacéutico.
Cuando el médico recomienda dividir una dosis, puede sugerir el uso de cortadores de pastillas, dispositivos que permiten dividir el comprimido de forma pareja, evitando que se desintegre o pierda parte del principio activo. Nunca se debe usar un cuchillo o partir con las manos, ya que eso puede hacer que la distribución del medicamento quede desigual.
Página 3: Otros errores frecuentes al tomar medicamentos
Más allá de partir pastillas, hay otros hábitos que pueden afectar seriamente la eficacia de los tratamientos:
❌ Tomar medicamentos con alimentos sin indicación
Algunos fármacos necesitan el estómago vacío para una correcta absorción, mientras que otros deben tomarse con alimentos para evitar molestias. Si no se siguen las instrucciones específicas, la efectividad puede disminuir o pueden aparecer efectos adversos. Siempre lee el prospecto o consulta al profesional.
⏰ No seguir el horario indicado
Olvidar una dosis o tomarla a destiempo es uno de los errores más comunes. En tratamientos continuos o enfermedades crónicas, mantener niveles estables del fármaco en sangre es fundamental. Si se omite una dosis, se puede perder el control de la enfermedad.
🚫 Interrumpir el tratamiento por cuenta propia
Sentirse mejor no significa que la enfermedad ha desaparecido. Cortar el tratamiento, especialmente con antibióticos o medicamentos para enfermedades crónicas, puede provocar recaídas, resistencia a los medicamentos o complicaciones graves. Siempre se debe terminar el tratamiento tal como fue indicado.
La automedicación o la manipulación de medicamentos puede salir caro
Aunque la intención de hacer más fácil el tratamiento es comprensible, alterar la forma física de un medicamento sin orientación médica puede poner en peligro tu salud. No se trata solo de “facilitar” la toma, sino de preservar la integridad de un fármaco que ha sido diseñado científicamente para actuar de una manera precisa.
En un contexto como el actual, donde España ha experimentado una disminución notable en el acceso a medicamentos genéricos (24% menos en la última década) y se enfrenta a posibles tensiones en el mercado por cuestiones como los aranceles en las importaciones desde Estados Unidos, es más importante que nunca optimizar el uso correcto de los medicamentos disponibles. Además, el uso frecuente de pastillas para dormir ha aumentado, lo que también ha generado preocupación sobre los riesgos de dependencia o uso indebido.
Por todo esto, si tienes dudas sobre tu medicación —ya sea sobre cómo tomarla, si puedes partirla, o cómo conservarla— acude a tu médico o farmacéutico de confianza. Una pequeña consulta puede marcar una gran diferencia en tu salud.