Un legado de vocación: padre e hijo médicos comparten oficina, pacientes  y valores

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(Der.) Dr. José Nieves, médico de familia, y su hijo, el Dr. Juan Nieves, cardiólogo especialista en fallo cardíaco y trasplante.

En el corazón de Hatillo, Puerto Rico, se vive una historia de amor, vocación y herencia. En esta ocasión especial del Día de los Padres, en PHLatam quisimos hacer algo diferente: conversar con el Dr. José Nieves, médico de familia, y su hijo, el Dr. Juan Nieves, cardiólogo especialista en fallo cardíaco y trasplante, para conocer cómo es compartir no sólo lazos de sangre, sino también una misma pasión por sanar.

“Desde el principio, me pareció que él tuvo en su papá y su mamá una visión”, recuerda el Dr. José Nieves con serenidad y orgullo. Y es que no solo Juan decidió seguir sus pasos. De los cinco miembros de la familia inmediata, cuatro son médicos: sus tres hijos y su esposa. “Aquí no hay sangre, aquí hay suero”, dice entre risas, aludiendo con humor a lo profundamente integrada que está la medicina en su hogar.

El mayor de sus hijos es nefrólogo y ejerce en Condado y en el Hospital Auxilio Mutuo. El del medio acaba de casarse y está en Tailandia, pero al regresar va a finalizar el proceso de reválida. Juan, el menor, es el “bebé de la casa”, como le llama entre sonrisas. Aunque sus inclinaciones profesionales se definieron ya en la universidad, para el Dr. José Nieves no hay duda de que fue la vocación lo que finalmente los unió a todos.

Al preguntarle cómo recibió la noticia de que sus hijos querían estudiar medicina, confiesa que nunca los presionó. “Yo quería que uno fuera abogado, otro ingeniero electrónico… pero la decisión fue de ellos. Y tanto su mamá como yo la recibimos con mucho beneplácito”, cuenta. Aunque soñó con otros caminos para ellos, el destino, la vocación y el ejemplo lo llevaron por otro rumbo. “No los obligamos. Ellos vieron en nosotros el deseo de servir. La decisión fue de ellos y la recibimos con mucho gozo”.

El Dr. Juan Nieves, por su parte, asegura que jamás sintió la presión de seguir una carrera médica. “Mis papás siempre me dejaron claro que debía hacer lo que yo quisiera hacer”, explica. Sin embargo, fue precisamente el ejemplo de sus padres lo que le mostró que la medicina no es solo una profesión, sino una forma de vida. “Siempre vi en ellos cómo un médico debería ser, cómo aspirar a tratar a los pacientes con sensibilidad y respeto. Quiero que mis pacientes me vean como los de ellos los ven a ellos: con cariño, con fidelidad”.

También recuerda con cariño sus primeras memorias junto a su padre en la clínica: “Antes de que yo naciera, ya papi ejercía en Hatillo. Me iba a buscar a la escuela y luego veníamos a su oficina. Aquí jugaba. Le cogí mucho cariño a esta área y siempre supe que quería volver a practicar medicina aquí”.

El Dr. Nieves hijo reconoce que una de las mayores enseñanzas de su padre ha sido “la sensibilidad y la disponibilidad”. Ese compromiso de estar ahí para los pacientes, incluso fuera del horario laboral, ese don de gente que convierte al médico en un puente entre el dolor y la esperanza. “Me han enseñado a mirar al paciente con el corazón”, dice con humildad.

El Dr. José Nieves asiente mientras lo escucha. Para él, que sus hijos comprendan el valor humano de la medicina es lo más importante. “La medicina es sacrificada, pero también hermosa. La relación médico-paciente es sagrada. Hay una reciprocidad, un cariño, una acogida que va más allá del diagnóstico”, señala.

Para el Dr. Juan Nieves, lo mejor de seguir los pasos de su papá ha sido el ejemplo diario de humanidad: “Mi papá me enseñó a ser sensible, a estar disponible. Esta profesión no es de 8 a 4. Requiere entrega. Yo siempre he querido ser, aunque sea un poco, tan buen médico como él”.

Al preguntarle por la relación entre ambos como colegas, padre e hijo coinciden: hay respeto mutuo, consultas cruzadas y un aprendizaje constante de generación en generación. “Yo tengo la experiencia, él trae la tecnología y el conocimiento actualizado. Nos complementamos”, expresa el Dr. José Nieves.

Pero más allá de la medicina, esta familia defiende el valor del tiempo compartido. “Todos los martes vamos a casa de mami y papi a cenar juntos. Así sea con un pollo asado. El trabajo no puede ser excusa para no vernos”, comenta Juan. “Aprovechamos cada momento. No sabemos lo que puede pasar mañana”.

Al cerrar la entrevista, le preguntamos al hijo si desea decirle algo a su padre y viceversa:

“Papi, te amo. No soy un hijo fácil, pero para mí es un honor compartir esta profesión contigo. Gracias por todo lo que me enseñaste y me sigues enseñando. Siempre vas a tener un lugar muy importante en mi vida”.

El Dr. José Nieves responde con una sonrisa: “¿Qué he aprendido yo de mi hijo y de mis hijos? Pues muchas cosas. Hemos compartido juntos y, dentro de ese compartir, yo les he transmitido mi experiencia para ayudarles a seguir adelante. Pero también aprendo de ellos: de la tecnología, de su versatilidad y de los estudios más recientes. Siempre ha sido un aprendizaje mutuo. Sí, a veces hemos diferido, como en toda relación humana, pero nunca hemos dejado de aprender uno del otro”.

Conmovido, el Dr. José Nieves finaliza con un mensaje a todos los colegas del país:

“A todos los compañeros médicos que también son padres, les deseamos un feliz Día de los Padres. Que puedan compartir en familia y que Dios los acompañe siempre”. 

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