“VIH: Cuando el silencio es más letal que el virus”, disertación de la Dra. Bosques 

fotos profesionales artes web (9)

El VIH, una de las pandemias más desafiantes de las últimas décadas, continúa siendo un problema global no solo por sus implicaciones médicas, sino también por los silencios que lo rodean. Según la Dra. Maricel Bosques Rosado, presidenta de los HIV Treaters, «la medicina ha avanzado muchísimo, pero no podemos decir lo mismo de la disposición de las personas para hacerse la prueba».

En Puerto Rico, el acceso a las pruebas rápidas de VIH es más amplio que nunca. Estas pruebas, que ofrecen resultados en minutos, han eliminado barreras económicas y logísticas. Sin embargo, la realidad es alarmante: muchas personas evitan enfrentarse a un diagnóstico, perpetuando una crisis que podría ser prevenible. «El acceso está ahí, pero sigue siendo insuficiente porque hay un miedo enorme que va más allá de lo clínico. La gente teme lo que significa un diagnóstico positivo, social y emocionalmente», explica Bosques.

Más preocupante aún, esta reticencia no se limita a una población específica. Los jóvenes, quienes deberían ser los primeros en beneficiarse de una cultura de prevención, suelen subestimar el riesgo, confiando en su edad como una especie de inmunidad. Por otro lado, las poblaciones de mayor edad están siendo invisibilizadas en las estrategias de prevención. «Nadie piensa que una persona mayor puede ser un foco de infección, pero los datos nos dicen otra cosa: esta población está creciendo en diagnósticos de VIH porque nadie habla de sexo en la vejez», añade.

Bosques hace un llamado contundente: normalizar las pruebas de VIH como parte de los chequeos médicos regulares. «¿Por qué seguimos viendo las pruebas de VIH como algo aparte? No debería haber diferencia entre medir el colesterol y saber tu estado serológico», asegura.

El desafío no está en la tecnología médica, sino en cambiar la narrativa. Hablar del VIH no debe ser un acto de valentía, sino una conversación rutinaria. Porque mientras los silencios persistan, el virus seguirá ganando.

El enemigo invisible: cómo el estigma sigue matando más que el VIH

El VIH ha dejado de ser la sentencia de muerte que fue en los años 80, gracias a los avances en tratamientos como la terapia antirretroviral. Sin embargo, el estigma que rodea a esta condición sigue siendo un enemigo mortal. La Dra. Maricel Bosques Rosado, presidenta de los HIV Treaters, lo resume de forma contundente: «El virus no discrimina, pero nosotros seguimos haciéndolo».

Aunque hoy en día el VIH puede ser controlado al punto de hacerlo indetectable e intransmisible, muchas personas aún retrasan o incluso evitan el diagnóstico por miedo al juicio social. Según la doctora, «el estigma no es solo una carga emocional para quienes viven con VIH, también es un obstáculo para la prevención. Si alguien siente que un diagnóstico lo condena al rechazo, es poco probable que se someta a una prueba».

Un ejemplo clave de este problema se observa en la falta de educación sexual integral. «Aun en pleno 2024, muchas escuelas apenas tocan el tema del VIH, y cuando lo hacen, lo presentan como algo asociado a la culpa y el riesgo. Este enfoque no solo es obsoleto, es peligroso», sostiene Bosques.

Otro sector ignorado en las campañas de prevención son los adultos mayores, quienes están experimentando un aumento significativo en los casos de VIH. «La sociedad asume que las personas mayores ya no son sexualmente activas, pero los datos muestran lo contrario. Este prejuicio nos está costando diagnósticos tardíos y vidas que podrían salvarse», explica.

Más allá de los números, el estigma también se manifiesta en cómo se abordan las políticas públicas. Las campañas masivas suelen enfocarse en la población joven, dejando fuera a comunidades marginadas como personas en situación de calle o migrantes, quienes enfrentan barreras adicionales para acceder al diagnóstico y tratamiento.

Para Bosques, el mensaje es claro: «El VIH ya no es el monstruo que solía ser, pero el estigma sí lo es. Hasta que no rompamos esa barrera, todos los avances médicos del mundo serán insuficientes. Necesitamos valentía, empatía y, sobre todo, acción».

Últimos artículos