Un estudio internacional vincula a la Escherichia coli con mutaciones genéticas en uno de cada tres pacientes menores de 40 años.
Esta investigación internacional publicada en Nature ha encendido las alarmas en la comunidad científica: una toxina bacteriana presente en el intestino durante la infancia podría ser un desencadenante clave del aumento del cáncer colorrectal en adultos jóvenes.
El estudio liderado por el investigador español Marcos Díaz Gay forma parte del proyecto internacional Mutographs, una iniciativa que busca identificar causas ambientales y biológicas aún desconocidas del cáncer. Los datos son contundentes: uno de cada tres pacientes con cáncer colorrectal diagnosticado antes de los 40 años presenta mutaciones compatibles con la acción de la colibactina, una toxina que daña el ADN y que es producida por algunas cepas de E. coli.
“En los países más industrializados vemos un aumento en las infecciones por esta cepa, lo que sugiere una conexión con cambios en el estilo de vida desde etapas tempranas”, explicó Díaz Gay, actualmente investigador en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España.
Los científicos identificaron dos marcas genéticas específicas —ID18 y SBS88— tres veces más frecuentes en pacientes jóvenes que en mayores de 70 años. Este patrón sugiere que la exposición a la toxina podría estar ocurriendo en la infancia o adolescencia, décadas antes del diagnóstico.
El fenómeno, que comenzó a observarse en EE. UU. desde 2009, se ha ido replicando en otros países: en Europa, por ejemplo, los casos en adultos jóvenes han aumentado entre un 5% y 8% anual en las últimas décadas. Investigadores en Corea del Sur y Nueva Zelanda también han reportado alzas similares.
A pesar de estos hallazgos, los expertos subrayan que aún queda mucho por investigar.
“No sabemos de dónde viene esta cepa, quién la porta o cómo se transmite, pero identificar este vínculo abre nuevas puertas para la prevención, especialmente si se confirma la exposición temprana como un factor decisivo”, indicó Cayetano Pleguezuelos, biotecnólogo que demostró por primera vez en 2020 el efecto de la colibactina sobre el ADN humano.
Para los investigadores, este descubrimiento redefine la mirada sobre el cáncer colorrectal. “Tal vez no se trata solo de lo que ocurre en la adultez, sino de lo que nos expone desde los primeros años de vida”, advirtió el Dr. Ludmil Alexandrov, director del equipo en la Universidad de California en San Diego.
El estudio pone sobre la mesa la necesidad de replantear estrategias de salud pública global que consideren la salud intestinal desde etapas muy tempranas, como una pieza clave en la prevención del cáncer en las futuras generaciones