“Esto vino para irse, no vino para quedarse”: La historia de un sobreviviente de leucemia

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Jonathan García, paciente sobreviviente de leucemia mieloide. Foto PHL.

Public Health Latam conversó con Jonathan García, paciente sobreviviente de leucemia mieloide. Con serenidad y optimismo, Jonathan relató cómo fue su proceso de diagnóstico, los retos de enfrentar la enfermedad en plena juventud y la importancia del apoyo recibido tanto de su familia como del equipo médico que lo acompañó.

Un diagnóstico inesperado

El cáncer llegó a la vida de Jonathan sin previo aviso. Tenía apenas 25 años y se consideraba un joven saludable y activo. Fue durante una cirugía menor para extraer las cordales que comenzaron las señales de alarma.

“No dejé de sangrar y eso me llevó a emergencia. Al final, un hematólogo me dio la noticia, era leucemia. Mis plaquetas y glóbulos blancos estaban muy bajos”, recuerda.

Ese hallazgo cambió por completo su vida. Tras varias pruebas, se confirmó el diagnóstico de leucemia mieloide. Inició tratamiento y logró entrar en remisión, pero cinco años después sufrió una recaída que lo obligó a someterse a un trasplante de médula ósea autólogo. Hoy, trece años después, celebra estar en remisión.

Jonathan era ciclista y mantenía un estilo de vida muy activo, por lo que uno de los mayores retos fue detener su rutina. “Ese stop, ese parar de repente siendo tan activo, fue bien retante”, comenta. Pero más allá del impacto físico, lo más difícil fue pensar en su rol como padre. “Mi hija estaba muy pequeña en ese momento. Lo más retante fue pensar que mis niños necesitaban a su papá”, relata Jonathan.

El valor del apoyo médico y familiar

En todo el proceso, el acompañamiento fue clave. Jonathan destaca con gratitud tanto a su familia como al personal médico del Centro Comprensivo de Cáncer. “La doctora María García fue como mi madre, me sentí en familia. El apoyo de mi familia y la confianza en mis doctores fueron cruciales”, afirma.

También resalta la diferencia que marcó la sensibilidad del equipo al comunicar los diagnósticos y tratamientos. “Ellos lo decían de una manera que me hacía sentir tranquilo. Yo sabía que estaba en buenas manos y eso me dio paz interior”, explica. Ese sentido humano, asegura, fue esencial para atravesar cada etapa con confianza y esperanza.

Un mensaje para otros pacientes

Hoy, después de más de una década en remisión, Jonathan aprovecha su testimonio para enviar un mensaje a quienes reciben un diagnóstico similar. “Mi consejo número uno es el positivismo. Esto vino para irse, no vino para quedarse. También hay que confiar 100 % en lo que dicen los profesionales. Ellos están aquí para ayudarnos”, afirma.

Con fe, actitud positiva y el respaldo de un equipo médico comprometido, Jonathan logró salir adelante. Hoy disfruta de su familia y de una vida plena, convirtiéndose en un ejemplo de resiliencia para otros pacientes que inician este camino.

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