América Latina y el Caribe enfrentan choques con sistemas de salud poco resilientes

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Los investigadores clasificaron los choques en naturales, antropogénicos y climáticos.

América Latina y el Caribe (ALC) se consolidan como una de las regiones más vulnerables a desastres naturales, climáticos y de origen humano, según un nuevo análisis que advierte sobre la falta de planes integrales de gestión de crisis en la región. La investigación propone una tipología innovadora para clasificar los “choques” y evaluar cómo la resiliencia de los sistemas de salud y la confianza en el gobierno influyen en la capacidad de respuesta.

Choques y tipología propuesta

Los investigadores clasificaron los choques en naturales, antropogénicos y climáticos y desarrollaron una matriz 2×2 que cruza dos factores clave: resiliencia de la atención médica y confianza en el gobierno. Con el índice de riesgo INFORM, se categorizaron los países en grupos de riesgo, tomando en cuenta indicadores de gobernanza y acceso a la atención médica.

La tipología se aplicó a ejemplos recientes, incluidos los impactos de la pandemia de COVID-19, mostrando cómo los países con baja resiliencia sanitaria y limitada confianza institucional fueron los más golpeados.

Resultados: un acceso desigual y respuestas frágiles

El estudio encontró que ni siquiera un buen acceso a los servicios de salud garantiza resultados positivos frente a un shock. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, algunos países con sistemas relativamente sólidos registraron altas tasas de mortalidad excesiva debido a fallas en la coordinación gubernamental y la comunicación con la ciudadanía.

En general, las áreas con bajo acceso a la atención médica y escasa confianza en las autoridades experimentaron los efectos más devastadores. Además, la mayoría de los países de la región carecen de planes detallados de gestión de choques, lo que obliga a reaccionar de forma improvisada ante emergencias.

Urgencia de un enfoque multisectorial

El análisis concluye que América Latina y el Caribe no están preparados para enfrentar crisis de gran magnitud, en parte por la ausencia de estrategias integrales que combinen sectores como salud, infraestructura, economía y gobernanza.

“Un plan de gestión de crisis es un paso esencial para construir sistemas de salud resilientes”, advierten los autores, quienes instan a los gobiernos a priorizar este enfoque para mitigar las consecuencias de futuros desastres.

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