La enfermería oncológica no solo se centra en la administración de tratamientos médicos, también implica un acompañamiento humano y educativo que marca la diferencia en la vida de los pacientes.
Así lo expresó Denise Toro, coordinadora de la unidad de trasplante de médula ósea del Hospital Auxilio Mutuo, al explicar cómo el trabajo en equipo y la constante actualización son claves para brindar una atención integral.
“Trabajamos de la mano con farmacéuticos y médicos para garantizar que cada paciente reciba el régimen más adecuado. Nuestra labor va desde el manejo de medicamentos hasta la coordinación de procesos previos al trasplante. Todo esto con el objetivo de darle el mejor beneficio al paciente en su tratamiento”, señaló Toro.
La profesional subrayó que los avances en la medicina y la aparición de nuevas terapias representan un reto y, a la vez, una responsabilidad para la enfermería. “Es importante mantenerse informado de todas las terapias que siguen saliendo, cómo estas afectan o benefician a los pacientes y cómo cambian los regímenes”.
“Nosotros, como enfermeros, tenemos que educar al paciente y a su familia sobre los efectos secundarios, lo que pueden esperar y lo que no, para que se sientan tranquilos durante el proceso”, agregó Denise Toro.
También, destacó que la respuesta a los tratamientos varía en cada persona, lo que exige una evaluación constante y coordinación entre los profesionales de salud. “Algunos pacientes toleran mejor los efectos secundarios, mientras que otros pueden presentar complicaciones severas. Por eso es vital ajustar la terapia para que sea más beneficiosa y tolerable, buscando siempre una mejor experiencia para el paciente”.
Además de los aspectos clínicos, el acompañamiento social y emocional juega un papel fundamental. “Yo como coordinadora hago un seguimiento desde que el paciente llega: evaluamos su situación familiar, laboral y el apoyo social con el que cuenta. Todo eso influye en la manera en que el paciente puede evolucionar en su tratamiento”.
La enfermería oncológica, afirma Denise Toro, es también un ejercicio de profunda empatía. “En este campo, el nivel de empatía es de un 1000 %. Nos tocan situaciones muy difíciles y uno, como ser humano, se siente responsable de hacer que el paciente no sufra tanto durante el proceso”.
“Es una profesión muy bonita que permite crear una conexión especial con los pacientes, acompañarlos y luchar junto a ellos para que superen estas condiciones tan críticas y difíciles”, concluyó.