Por: Lcda. Lilyana Figueroa MPHSN, ERPR, EDPR.
Las dietas restrictivas suelen prometer una rápida pérdida de peso o beneficios rápidos para la salud mediante la eliminación de grupos enteros de alimentos o la reducción drástica de la ingesta de calorías. Si bien estas dietas pueden producir resultados a corto plazo, suelen ser difíciles de mantener debido a sus reglas rígidas. La privación asociada con la alimentación restrictiva puede provocar sentimientos de frustración, fatiga e incluso atracones una vez que finaliza la dieta. Además, es posible que no proporcionen la nutrición equilibrada necesaria para la salud general, lo que puede dar lugar a deficiencias y otros problemas de salud con el tiempo.
Por el contrario, la adopción de cambios de estilo de vida a largo plazo se centra en la creación de hábitos sostenibles que promuevan el bienestar general. Este enfoque hace hincapié en la alimentación equilibrada, la actividad física regular, el control del estrés y el sueño adecuado. Al incorporar gradualmente pequeños cambios positivos, las personas pueden disfrutar de una mejor salud sin sentirse privadas. Los cambios de estilo de vida también abordan las causas fundamentales de los comportamientos poco saludables, como la alimentación emocional o una rutina sedentaria, lo que los hace más eficaces para el éxito a largo plazo.
La diferencia clave radica en la mentalidad y la longevidad. Las dietas restrictivas suelen considerarse una solución temporal, mientras que los cambios en el estilo de vida son un compromiso con la mejora continua. Si bien los resultados de una dieta restrictiva pueden desaparecer tan pronto como se termina, los cambios en el estilo de vida fomentan un progreso constante y beneficios duraderos para la salud. Con el tiempo, este enfoque no solo ayuda a mantener un peso saludable, sino que también favorece la salud mental, los niveles de energía y una relación más agradable con la comida.
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