Llorar y sudar sangre son condiciones extremadamente raras que, sin embargo, tienen explicaciones científicas, relacionadas con la fragilidad de los vasos capilares y sanguíneos. En la Biblia, específicamente en el Nuevo Testamento, se hace referencia en tres ocasiones a Jesús de Nazaret, hijo de Dios, llorando.
Una de estas ocasiones es durante su oración en el Getsemaní (Huerto de los Olivos), justo antes de su crucifixión. En ese pasaje (Lucas 22:44), además de mencionarse sus lágrimas, se describe que Jesús sudó gotas de sangre en ese momento de angustia. En ese contexto, y debido a su condición divina, este fenómeno pudo haber tenido un componente patológico, quizás provocado por el estrés extremo por el que atravesaba.
¿Qué es la hematohidrosis?
La hematohidrosis es una condición muy inusual en la que la persona afectada suda sangre, generalmente en situaciones de extremo estrés o al enfrentarse a la muerte. Como se relata en la Biblia en ese momento de oración, Jesús ya conocía su inminente muerte (Mateo 16:21). Aunque el mecanismo exacto aún no se comprende por completo, se ha sugerido que implica una dilatación de los capilares y la filtración de glóbulos rojos alrededor de los folículos pilosos y en la piel.
La comunidad científica considera que esta patología se debe a una fragilidad de los vasos sanguíneos, y no a una condición divina, sino a una ruptura capilar que permite la liberación de sangre a través de los poros cercanos al sitio afectado.
La cantidad de casos reportados en la literatura científica es muy baja, con menos de 100 en todo el mundo. Aunque textos religiosos y reportes en diferentes idiomas podrían sugerir un número mayor, la realidad es que se trata de una condición extremadamente rara.
Por otro lado, la hemolacria, que consiste en la producción de lágrimas con contenido de sangre, aunque también es poco frecuente, puede ocurrir por diversas causas conocidas, como infecciones oculares, tumores o lesiones físicas.
Informe de caso
Aunque no es raro encontrar pacientes con hemolacria, que resulta impactante de presenciar, la coexistencia de hematidrosis y hemolacria en un mismo individuo sería algo casi imposible. Sin embargo, en 2019 se documentó un caso en el que un paciente presentaba ambas condiciones, lo que llamó la atención de la comunidad científica internacional.
Este paciente relató que sus episodios comenzaron a los 6 años, desencadenados por crisis de ansiedad, como lo fue durante peleas con sus hermanos o la pérdida de familiares cercanos. Además, mencionó que un hermano suyo padecía el mismo cuadro clínico y que, lamentablemente, falleció en un accidente a los 14 años.
Tras el análisis, se identificaron alteraciones en genes vinculados con la matriz extracelular. Esta matriz consiste en una red de proteínas, como colágeno y proteoglicanos, además de otras moléculas, como carbohidratos, que rodean, sostienen y proporcionan estructura a las células y tejidos del organismo.
También facilitan la adhesión celular, mantienen la comunicación entre células vecinas y desempeñan funciones clave en la proliferación celular, el movimiento y otras actividades celulares. Además, participan en la formación y estabilidad de los vasos sanguíneos. En particular, el colágeno es esencial para conferir resistencia y cohesión estructural a los tejidos.
Los trastornos genéticos humanos que afectan al colágeno, como el síndrome de Ehlers-Danlos, conducen a tejidos frágiles que se estiran y rasgan con facilidad. Los hallazgos mencionados sugieren una vulnerabilidad en los vasos sanguíneos, que ante condiciones de estrés tienden a romperse fácilmente, provocando la liberación de sangre hacia los poros cercanos. Esto se manifiesta clínicamente como sudor y lágrimas con sangre.