La Dra. Adelba Torres, hematóloga-oncóloga, explica cómo la detección temprana y los avances en inmunoterapia han transformado el pronóstico de las pacientes. “El cáncer de mama sigue siendo el diagnóstico más común entre las mujeres”, afirma la doctora. Sin embargo, los avances científicos han cambiado el panorama: “Hoy vemos resultados increíbles, incluso en los casos más complejos o avanzados”.
Cada paciente, explica la especialista, recibe una evaluación individualizada. “No existe un solo tipo de cáncer de seno”, subraya. “Hay diferentes tipos de tumores, con características específicas que determinan el tratamiento más adecuado”. Entre los factores que se analizan están los receptores hormonales de estrógeno y progesterona, y el marcador HER2, que permite definir la biología del tumor. Con esta información, el equipo médico determina el estadio y planifica una terapia ajustada a cada caso.
El papel crucial de los biomarcadores
Los biomarcadores y las mutaciones genéticas son hoy piezas clave para personalizar la atención. “Identificamos mutaciones y biomarcadores que nos ayudan a dirigir la terapia. Antes solo los usábamos en enfermedad avanzada, pero hoy los buscamos desde el principio”.
Gracias a estas herramientas, los oncólogos pueden combinar quimioterapia con inmunoterapia, o recurrir a medicamentos orales dirigidos contra mutaciones específicas. La Dra. Torres resalta que este enfoque ha mejorado de forma significativa la sobrevida y calidad de vida de las pacientes.
Detección temprana, la diferencia entre curarse o vivir con la enfermedad
La especialista enfatiza que la detección temprana salva vidas.
“A partir de los 40 años, toda mujer debe hacerse su mamografía. Dependiendo de los factores de riesgo, incluso antes”. El autoexamen y las pruebas de screening permiten identificar el cáncer antes de que avance. “No es lo mismo enfrentar un tumor en etapa temprana, cuando hay alta probabilidad de curarse, que un estadio 4, cuando ya hay metástasis y la enfermedad no es curable, aunque sí tratable”.
En esos casos, el tratamiento puede prolongar la vida por muchos años, pero implica un proceso de seguimiento y medicación continua. “Por eso insistimos tanto en la mamografía y el autoexamen”, recalca.
Hasta hace poco, la inmunoterapia no formaba parte del tratamiento estándar del cáncer de seno. Hoy, especialmente en el cáncer triple negativo, ha marcado un antes y un después.
“Este tipo de tumor es más agresivo y crece rápido. La combinación de quimioterapia con inmunoterapia ha mejorado notablemente los resultados, incluso antes de la cirugía”. En muchos casos, esta estrategia permite reducir el tamaño del tumor, evitar mastectomías totales y lograr respuestas patológicas completas, lo que mejora el pronóstico a largo plazo.
El llamado de la especialista es claro, mantener los controles médicos al día, escuchar las recomendaciones del oncólogo y actuar con prontitud ante cualquier cambio en el cuerpo. “El tiempo es oro” concluye.
 
								 
											









