La carga viral en la sangre anticipa la gravedad de la viruela símica

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Un nuevo estudio revela que medir el nivel de virus en sangre al inicio de la enfermedad permite predecir si el paciente tendrá síntomas leves o graves.

En medio de un nuevo brote de viruela símica más severa en África, científicos de la Universidad de Nagoya descubrieron que el nivel de virus en sangre, justo cuando aparecen las primeras lesiones cutáneas, puede predecir la evolución clínica de los pacientes. Esta herramienta permitiría diferenciar entre casos leves y graves desde etapas tempranas y mejorar las estrategias de tratamiento.

La viruela símica vuelve a generar alerta global

En agosto de 2024, la Organización Mundial de la Salud declaró una nueva emergencia de salud pública de importancia internacional por viruela símica. La variante responsable del actual brote en África pertenece al clado I, un subtipo más virulento, que ha sido reportado por primera vez en varios países.

Este virus provoca síntomas similares a la gripe, acompañados de un característico salpullido o  brote. Aunque se transmite principalmente por contacto directo con lesiones en la piel, estas cambian constantemente y varían entre pacientes, lo que dificulta predecir la duración del contagio.

El estudio, liderado por investigadores de la Universidad de Nagoya, analizó datos médicos de 2007 a 2011 en pacientes del clado Ia en la República Democrática del Congo, el país más afectado por la enfermedad. Los científicos observaron la cantidad de virus en sangre al aparecer las primeras lesiones y cómo estas evolucionaban en el tiempo.

Los resultados revelaron un patrón claro: los pacientes con más de 40.000 copias virales por mililitro tenían mayor probabilidad de desarrollar síntomas severos y lesiones persistentes, lo cual también podría implicar un mayor período de contagio.

Dos grupos de pacientes y un nuevo enfoque

“Los pacientes tienden a agruparse naturalmente en dos categorías: aquellos con síntomas leves y recuperación rápida, y otros con casos graves y lesiones duraderas”, explicó Shingo Iwami, profesor de la Universidad de Nagoya y coautor del estudio. “Gracias al modelado matemático y el aprendizaje automático, identificamos un umbral que permite predecir a qué grupo pertenecerá un paciente”.

Esta distinción temprana permitiría a los médicos personalizar el tratamiento y el seguimiento, enfocando los recursos en quienes realmente necesitan atención intensiva.

Aunque el estudio se centró en el clado Ia, los investigadores planean probar este modelo predictivo en el clado Ib, también presente en el actual brote africano. Esta cepa, junto con Ia, muestra una tasa de mortalidad cercana al 10%, muy superior al 1% registrado en la variante IIb durante el brote global de 2022.

“Si esta herramienta se valida para las variantes actuales, podríamos avanzar hacia una medicina más personalizada y basada en datos. Para los pacientes y sus familias, eso significaría tener expectativas más claras sobre su recuperación y una atención médica más precisa”, concluyó Iwami.

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