Un reciente estudio presentado en la reunión anual de la Sociedad de Medicina Materno-Fetal (SMFM) ha revelado una preocupante realidad: los homicidios, suicidios y sobredosis representan una amenaza mayor para las mujeres embarazadas y en posparto de lo que se creía anteriormente.
Entre 2005 y 2022, el homicidio y el suicidio combinados representaron el 11% de las muertes en este grupo, solo superadas por los accidentes (12%). Además, el 11% de las muertes se debieron a sobredosis de drogas, superando a causas obstétricas individuales, según datos presentados por el Dr. Hooman Azad, del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia.
Las tasas de homicidio han aumentado a un ritmo alarmante: mientras que en mujeres no embarazadas o en posparto el incremento anual fue del 2%, en embarazadas y puérperas fue del 7%. La Dra. Kecia Gaither, especialista en medicina materno-fetal, señala para Medscape que hasta hace poco se pensaba que las principales causas de muerte materna eran cardiovasculares, hipertensión y hemorragias, pero los nuevos hallazgos evidencian una crisis de violencia y salud mental.
Factores de riesgo: violencia, salud mental y acceso a tratamiento
Las muertes violentas maternas están estrechamente vinculadas con las altas tasas de violencia en la sociedad estadounidense. Según un informe de JAMA Network Open, estados como Mississippi y Montana presentan las tasas más altas de homicidios y suicidios maternos, respectivamente. La fácil accesibilidad a las armas, la violencia de pareja y la falta de tratamiento efectivo para el trastorno por consumo de opioides (OUD) son algunos de los factores que agravan esta situación.
Asimismo, el Dr. Stephen Crystal, de Rutgers Health, advierte que los «riesgos de muertes por desesperación» aumentan durante los años fértiles de una mujer. El embarazo y el posparto son periodos de alta vulnerabilidad debido al estrés, la depresión posparto y el acceso limitado a atención especializada. Además, las políticas estatales punitivas en algunos lugares pueden disuadir a las mujeres de buscar ayuda por temor a represalias legales, pérdida de custodia o encarcelamiento.
Prevención: detección temprana y capacitación médica
Para prevenir estas tragedias, los especialistas enfatizan la importancia de mejorar la detección de la violencia de pareja y los problemas de salud mental en las consultas de obstetricia y ginecología. Herramientas como la escala de depresión posparto de Edimburgo y pruebas de detección de abuso pueden ser útiles, pero su aplicación es limitada por la falta de tiempo de los médicos y la ausencia de capacitación específica.
La psiquiatra perinatal Misty Richards advierte que muchos obstetras no cuentan con el tiempo ni la formación adecuada para abordar problemas de salud mental. Para mejorar la atención, recomienda que los pacientes completen exámenes en la sala de espera y que se brinde un enfoque empático y centrado en el paciente al revisar los resultados.
Soluciones sistémicas: integración de salud mental y obstetricia
Expertos como Crystal y Neill proponen cambios estructurales para mejorar la detección y el tratamiento de la salud mental materna. Programas como el de acceso a la psiquiatría infantil para madres de Massachusetts y las iniciativas de Nueva Jersey y Washington han demostrado que la capacitación, el acceso a herramientas y la colaboración entre especialistas pueden reducir el impacto de estas tragedias.
Por último, la expansión de la cobertura de Medicaid es clave para garantizar que las mujeres embarazadas y en posparto reciban atención médica adecuada y preventiva. Los recortes propuestos podrían agravar la crisis y perpetuar las altas tasas de mortalidad materna por causas prevenibles.
La salud materna no puede seguir siendo una crisis silenciosa. Es urgente actuar para proteger a las mujeres embarazadas y en posparto, garantizando atención integral y acceso a tratamientos que puedan salvar vidas.